Todos los niños y jóvenes son diferentes, y entre los que
presentan altas capacidades también encontramos muchas diferencias. No solo por
la parte de la inteligencia que nos puede llevar a talentos simples, compuestos
o superdotación sino que esta parte cognitiva se mezcla con: cómo es cada cual,
lo que ha vivido, y sobre todo, cómo lo ha vivido. La diversidad está
asegurada. Por eso, muy a menudo, hablaremos de una manera de vivir y de su
contraria; porque todo puede ser cierto dentro del mundo de las personas con
altas capacidades.
Podemos tener niños o jóvenes que ya hace días que cuentan
los días que faltan para empezar la escuela. Lo hacen con aquella ilusión de
quien quiere volver a ver el maestro, los compañeros, de quien necesita una
rutina que vive con pasión. Quizás son aquellos que empiezan escuela nueva o
que tienen un cambio importante, pasan a ser los mayores de la escuela, cambian
de patio o de actividades. El primer grupo diríamos que están en una cuenta
atrás ilusionada, y a medida que se acerque “el gran día” pueden mostrar
incluso un pico de ansiedad por aproximación. Tienen grandes expectativas y
quizás los primeros días de curso, cuando algunas de ellas no se cumplan, los
tendremos que recoger con una pala... Recuerdo una niña de I3 que me llamó por
teléfono el tercer día de clase y me dijo: “La escuela de los mayores no es lo
que yo esperaba! Las maestras cantan, los niños lloran, no han explicado nada
interesante, no nos han puesto deberes... y todavía nadie me ha hablado de los
números mayúsculos!”. Pobrecita, en el peor de los casos le quedaban trece años
de escuela y ya estaba desencantada el tercer día....
Un segundo grupo podrían ser los “políticamente correctos”.
No les apasiona la escuela pero saben que los adultos se han puesto de acuerdo en
que hay que ir. Quizás preferirían quedarse a casa pero no harán un problema de
una lucha en la que tienen todas las de perder. Gustar a sus adultos, mantener
las normas son su manera de vivir. Y como decía aquel presidente en Polònia (un
programa de actualidad política tratado con humor) ... “con ilusión” o no, pero
si es que no, ellos no nos lo mostrarán. Participarán en las compras y
preparaciones previas al inicio de curso. Esconden los problemas bajo la
alfombra. Son peligrosos porque callan. Como adultos responsables necesitamos
que entiendan que sus incomodidades no son sus errores ni de los maestros, a
menudo son cosas que se pueden trabajar pero necesitamos saberlas. La
comunicación es esencial pero los cuesta mucho. Una niña de Primero de Primaria
decía “La señorita ha estudiado y me quiere. ¿Cómo le voy a decir que hay cosas
que me gustaría que fueran diferentes? Ella lo hace especialmente para mí, ella
sabe...” Nos costó años que viera que no se trataba de decir lo que su maestra
hacía mal sino lo que podía mejorar... porque ella no tenía toda la
información, no tenía el punto de vista de la niña, y no lo tendría nunca si
ella no se lo daba.
Un tercer grupo pueden ser aquellos que querrían evitar la
vuelta en la escuela porque hay una serie de cosas que les hacen daño. En
el ámbito cognitivo: la lentitud de llegada de los conocimientos, la espera
constante, la carencia de escalado en la dificultad de las propuestas de
ejercicios, la repetición de ejercicios muy parecidos, la rigidez las
indicaciones... Para otros, las dificultades no son tan cognitivas (porque se
han adaptado o no les dan tanta importancia) sinó sociales: la mirada de los
otros, la presión social, el aislamiento voluntario o no deseado, la diferencia
de intereses, la necesidad de contacto físico a menudo mal leída, la necesidad
de comunicar que hace que se hagan pesados con sus obsesiones... Algunos de
estos niños o jóvenes podrían evitar hablar de la vuelta a la escuela hasta que
sea imprescindible, pueden prepararlo todo pero tenerlo escondido o esperar a
preparar al último momento con la tensión familiar que puede suponer.
Con la adolescencia sabemos lo importando que es ser un
mismo o formar parte del grupo. Ellos suelen empezar la adolescencia antes
porque el planteamiento de la identidad en muchos casos es precoz. Cada cual
tiene sus preferencias pero ya saben que ser diferente tiene consecuencias.
Siempre hay que estar a su lado y conseguir que nos expliquen qué quieren
hacer, cómo quieren hacerlo... La respuesta es la comunicación. Ya sabéis que
el mejor momento para hablar es aquel en el cual bajan la guardia: en un paseo
el uno al lado del otro, en el coche, secándose los cabellos, en la cocina,
haciendo bricolaje o actividades manuales, antes de ir a dormir.... Tenemos que
encontrar el momento y cuidar este momento para se pueda repetir. La
comunicación es esencial y solo se dará si se sienten seguros, cómodos y no
enjuiciados... Los padres tenemos que trabajar para que estos momentos sean
posibles, los tenemos que provocar... No es solo para los adolescentes, la
comunicación es importante para todos y todas. Seguimos hablando el jueves.
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