En muchas escuelas hoy viernes, coincidiendo con la
Candelaria, llega el Rey del Carnaval y se leen las consignas que regirán la
próxima semana para preparar la gran fiesta del Carnaval: llevar peinados
originales, ir con pijama, gafas, bigotes o un calcetín de cada color...
Cuando hablamos de los alumnos de alta capacidad nuevamente
debemos hablar de una gran diversidad entre ellos. Unos esperan esta fiesta con
ilusión porque les encantan los disfraces, los colores, hacer teatro, para
ellos y ellas es quizás ¡la mejor fiesta
del año!. Pero hay otros, que preferirían que ya hubiesen pasado. Bien porque
tienen mucho sentido del ridículo y no les gustan las extravagancias propias de
estas fiestas o bien porque prefieren la tibia normalidad o porque sencillamente
no han encontrado su manera de participar en la fiesta.
Carnaval es mucho más que desenfreno, disfraces, música y
colores... hay toda una planificación: la preparación de la fiesta, la vivencia
y el evaluar y guardar la fiesta hasta el próximo año. Muchos de los alumnos de
altas capacidades necesitan este punto cognitivo y de aprendizaje. Necesitan
hacerlo consciente porque sólo con el que viven no pueden inferirlo. Es un
momento fantástico para trabajar las emociones y la cognición.
Sí en Carnaval, y todo el año, los niños de la clase
deberían de poder participar de la fiesta. Seguro que hay maneras diferentes de
participar de la fiesta sin que nadie se sienta excluido. No sólo nos podemos
disfrazar y participar en la coreografía. ¿Dónde está el límite de lo que “toca
y no es negociable" y el "toca negociable "? Quizás es un buen
momento para confirmar la parte del "toca negociable"... ¿Y si los
convertimos en los periodistas de la fiesta, en los encargados de narrar lo que
ocurre en las clases o en la rúa? ¿O en los encargados de hacer fotos por la
escuela? ¿O en los ayudantes para vestir o maquillar los más pequeños? ¿O en
los colaboradores en el montaje del equipo de música o para hacer la selección
musical del baile habiendo preguntado a las clases sus preferencias? ¿O en
elementos de los servicio de orden para dar la bienvenida a los padres y
abuelos y acomodarlos a sus lugares o atenderles en lo que necesiten (sillas
para los abuelos...)? ¿Y si a aquel
alumno apasionado por el dibujo le propusiéramos hacer la rotulación de las
clases con su motivo de disfraz por el vestíbulo de la escuela? Hay muchas
posibilidades si pensamos en abierto...
La cuestión es partir de lo que son y ayudarles a llegar a
ser la mejor versión de sí mismos. Esto sirve para todos los niños y jóvenes
pero cuando se trata de los alumnos de altas capacidades su hipersensibilidad,
intensidad y perfeccionismo combinados hacen que sea imprescindible realizar
una actuación específica. Hablar con ellos, escucharles, ver qué opción sería
posible y viable, y una vez escuchados el maestro reflexiona y piensa qué les
podemos ofrecer. Quien decide siempre es el adulto con sensatez y sentido
común.
No vale faltar a la escuela el día de Carnaval, ni ir como el
cordero al matadero convencido de que no lo pasará bien. Inclusión significa
atender la diversidad y dar oportunidades a todos. También a los más capaces,
aunque no siempre lo muestren…