«Diagnóstico, diagnóstico y diagnóstico», afirma con
contundencia Jeanne Siaud-Facchin, autora del libro “El niño superdotado” y “¿Demasiado
inteligente para ser feliz?”. Según esta experta los padres de estos niños
pueden observar señales indicativas de una gran inteligencia desde muy
pequeños. Pero a menudo es el primer hijo, no tienen puntos de referencia, ya
ven que hay cosas que no casan pero ... como ir al médico o al psicólogo
diciendo "creo que mi hijo tiene altas capacidades" ... parece que
todas las madres ven altas capacidades en sus hijos ... pero no es eso. Si hay
indicios hay que ser valientes y hay que seguir adelante.
La autora, como otros estudiosos de la materia nos habla de
la necesidad de llegar al diagnóstico lo antes posible para poder dar a los
niños la atención que requieren en casa y en la escuela.
La detección la pueden solicitar los padres o las escuelas.
Consiste en unos cuestionarios que deben responder padres, maestros y cuando
son mayorcitos incluso los propios alumnos.
En el primer trimestre de curso hay una escuela de Barcelona
que ha programado entre sus actividades la detección de las altas capacidades a
sus alumnos. Es un primer paso que nos llevará hacia el diagnóstico de aquellos
que lo requieran. Es una escuela valiente con el objetivo claro atender la
diversidad en todos sus ámbitos. Otros ya lo tienen previsto para este segundo
trimestre ...
Pero ... somos una sociedad muy especial ... cuando un
equipo de fútbol hace una prueba para escoger los mejores no nos sorprenden,
cuando un equipo de natación elige los mejor preparados para ir a un campeonato
no lo vemos mal pero cuando proponemos una detección de altas capacidades
algunos directores de centro nos dicen ... y los que no lo son? ... para estos
no deben sufrir, ellos ya lo saben!!! Los que más me preocupan son aquellos que sí
son de altas capacidades y no lo saben: están camuflados entre los espectros
autistas, los trastornos de atención quizás con hiperactividad, los que
simplemente se portan mal y no sabemos porque, o aquellas niñas que no quieren
sobresalir y están siempre en un segundo plano. Ellos necesitan, si son alumnos
de altas capacidades, una atención específica que la escuela les puede dar si
está preparada.
Necesitamos imperiosamente dar un paso adelante y detectar y
diagnosticar pero no para hacerlos diferentes, que ya lo son, sino que vivan su
diferencia positivamente y sean los mejores ellos mismos que puedan ser. Eso es
lo que deseamos todos los niños a los que les queremos y creemos en la
educación.