Se acercan
las vacaciones. En unos días tendremos un cambio de rutinas. En muchos casos se
repartirán en dos tiempos. El fin de semana y los días festivos del calendario
laboral y los días en los cuales los niños y jóvenes tienen fiesta pero los
adultos de casa no.
El tiempo de
vacaciones puede ser un tiempo cargado de expectativas, pero que si no somos
capaces de prepararlo bien, los días pasarán volando y nos dejarán un rastro de
frustración por no haber podido hacer aquello que queríamos.
Por lo
tanto, la primera propuesta es hacer un listado de todo lo que querríamos
hacer. Cada elemento de la familia hará su listado. Si son muy pequeños, los
podemos acompañar. En un segundo paso, ordenaremos estas actividades por
prioridades poniendo en los primeros lugares aquellas que no nos querríamos
perder y al final aquellas actividades que si tenemos que posponerlas no
representaría ningún problema.
¿Qué actividades
podemos poner? Cocinar, leer, hacer deporte, aprender algo diferente, hacer trabajos
manuales, ir a visitar algo o alguna persona, actividades religiosas... pero
también descansar, pasear, jugar, disfrutar de la naturaleza o de la ciudad...
Una vez los
niños, jóvenes y padres de la casa han hecho su listado es el momento de ponerlo
en común. Aquí entran algunos condicionantes: el tiempo real, las prácticas
religiosas propias de este tiempo litúrgico (si la familia las tiene
incorporadas a su estilo de vida, si son una tradición o un motivo de
conocimiento en un viaje o visita), las posibilidades económicas, otras
obligaciones (atención de familiares, trabajos...)...
Y
finalmente, llega el momento de ser creativos y ayudar a encajar los proyectos
personales y los familiares. Aquí la edad de los niños, la tradición de
compartir opiniones y llegar a acuerdos, la conciencia de la situación familiar
(de trabajo, de responsabilidad sobre la familia extensa, también el área
económica), la flexibilidad o rigidez de todos son cosas a tener en cuenta.
Si no lo
habéis hecho nunca, puede ir bien que cada cual programe su tiempo personal y hacemos
algún planteamiento común o de familia, habiendo escuchado a todo el mundo.
Poner las
actividades en un calendario puede parecer exagerado, pero es una buena manera
de conseguir ver de manera gráfica que todo el mundo tiene su momento personal
y su momento de grupo. También durante las vacaciones nos permite ver si hemos
podido seguir la previsión o si hemos tenido que hacer cambios o incluso
desestimar algunas actividades por razones internas o externas a nuestro plan
personal y familiar. La previsión de pasar un día en la naturaleza combinado
con un día de lluvia hace que tengamos que tomar decisiones: mantenemos,
cambiamos, aplazamos, anulamos o, modificamos y hacemos el picnic en el comedor
de casa. Tomar estas decisiones y observarlas, también nos ayudará en el
momento de hacer la valoración de cómo ha ido el proceso de preparar y hacer
vacaciones con este nuevo estilo.
Esta
previsión horaria tiene que ser flexibilizable. Permitir que entren algunos
elementos que la desmonten porque son más importantes, urgentes, de peso...
pero bastante firme para que no la dejamos evaporar por bagatelas (un sencillo:
ahora no me apetece, prefiero descansar o dormir, me da pereza...).
Esta manera
de encarar las vacaciones no es de fácil gestión. Requiere mucho respeto por
parte de todos los miembros de la familia y valorar si realmente nuestra
imposición en un momento es realmente imprescindible o podemos valorarlo y
posponerlo dándole otro encaje o directamente eliminando la actividad, de
momento. Es un gran ejercicio de respeto hacia un mismo y hacia los demás
miembros de la familia; un gran ejercicio de comunicación y de flexibilidad
para todos.
A partir de
aquí puede surgir la reflexión de qué hay realmente detrás de hacer las cosas
"como siempre" y si queremos realmente hacer cosas diferentes.
Todos queremos
un cambio a mejor, pero no todo el mundo está dispuesto a hacer cambios para
conseguirlo. Nuestras vacaciones de Semana Santa del 2023 pueden ser un punto
de inflexión. Se puede convertir en un momento de entrenamiento, y sería bueno
que fuera un entrenamiento consciente a pesar de la tierna edad de alguno de
los miembros de nuestra familia. Nos permitirá empezar a ser algo más
conscientes de que hay cosas que nos pasan, pero el más importante es, qué hacemos
nosotros con estas cosas que nos pasan. Cómo somos capaces de liderar nuestras
vidas en los aspectos en los que lo podemos hacer. Es una muy buena manera de
trabajar el "toca negociable" y el "toca no negociable".
Esta estructura es perfectamente comprensible para el cerebro de nuestros niños
y niñas o jóvenes de altas capacidades. Otro tema es que estén dispuestos a
hacerlo. Puede ser un muy buen entrenamiento consciente.
Os deseo una
buena preparación de las vacaciones, una buena vivencia de vacaciones y una
mejor evaluación de las vacaciones con el apartado de qué podemos mejorar para
las próximas vacaciones...
¿Os gusta la
idea? ¿Queréis poner manos a la obra?