Hasta que no haces formación en este ámbito no piensas que estos dos términos puedan estar tan relacionados. Hoy hablaremos de la hipersensibilidad auditiva y las altas capacidades.
Esta hipersensibilidad hace que los niños y jóvenes no puedan evitar oir algunos ruidos que les son muy molestos. No se trata de un capricho. Aquel zumbido del fluorescente o del proyector; el ruido del pasillo, del patio, de la clase de música o del gimnasio al lado; ese perro que ladra insistentemente en la hora del examen; esa moto estridente que pasa a nuestro lado cuando vamos caminando hacia la biblioteca; aquel petardo cuando se acerca San Juan, aquellos inofensivos globo de la fiesta o aquellos amenazantes truenos de la tormenta; la música muy fuerte del Carnaval o de la Fiesta Mayor del pueblo o de la escuela, ... Cualquiera de estos ruidos puede provocar en un alumno con hipersensibilidad auditiva una respuesta desproporcionada, exagerada, casi histriónica que debe ser leída correctamente por el observador; y no será así sin formación. No quiere llamar la atención, no es un capricho, tiene una necesidad que hay que atender.
Como estamos trabajando el vínculo con su referentes (tutor/a, monitor/a de comedor, o de salidas ...) este tema ya lo han tratado con él o ella, ya conocemos si le afectan o no estas situaciones y sobre todo qué puede hacer él mismo para ayudarse y qué podemos hacer nosotros (los adultos y educadores) para ayudarle.
Hay escuelas con soluciones preparadas: cascos con música relajante, un espacio relajante, o cascos inhibidores del ruido para amortiguar los sonidos estridentes. En otros centros esta función la cubre el adulto responsable. Hay una maestra que conoce el tema y le acompaña, le dice que le entiende y ambos hacen propuestas para llevar la situación lo mejor posible: saliendo un momento de clase, poniéndose lejos de los altavoces en una representación teatral, o en las fiestas de la escuela.
Debemos tenerles en cuenta cuando hagamos el simulacro de emergencia en la escuela.
No podremos evitarlo todo, y quizás tampoco sería bueno para ellos, pero les podemos acompañar para que vivan con sus especificidades. Evitaremos lo que sea posible y aprenderemos a encajar el resto ... sin decir aquel "No pasa nada!". "Sí que pasa", pero debemos aprender a llevarlo, y que no le condicione la vida. Hay que ayudarle a encontrar una respuesta proactiva.