Es muy curioso que muchos niños y jóvenes con altas
capacidades tengan muchas dificultades para escoger. Empezamos con la elección de
materias en Secundaria. De hecho, excepto aquellos que lo tienen clarísimo,
los alumnos de 3ESO en su primera elección de materias escolares de 4ESO ya
empiezan a sufrir. A algunos les van tan bien las ciencias, como las letras como
las actividades más artísticas y les cuesta decidir por cuál se decantarán en
4ESO. La parte más artística suele estar pensada para los alumnos con más
dificultades para que puedan derivarlos hacia formaciones profesionales. Después
llegará el Bachillerato, donde habrá que afinar más la elección de estudios.
Generalmente orientamos a los superindecisos con buenos resultados, hacia el
Bachillerato científico que abre más puertas (tanto el de la salud como el que
va hacia las ciencias más experimentales) dado que las letras ya las cursarán
en las materias comunes.
Pero no hay que llegar a estas superelecciones, a veces las
dificultades se presentan en las elecciones en las pequeñas actividades
escolares diarias. Una redacción o un dibujo de tema libre puede ser vivido como
un problema de estado. Elegir un animal para estudiar en ciencias o la elección
de un personaje famoso para hacer una descripción en castellano o inglés.
Pueden hacer dos o tres actividades que acaban rotas en la papelera y quedarse,
con un poco de suerte, con la cuarta. A algunos les cuesta mucho elegir porque
todo es interesante, y escoger no consiste al elegir una opción, sino en no elegir
todas las restantes. Éste es el problema. Los temas descartados tienen
características que les hacen dignos de ser escogidos. Algunos prefieren cuando
les damos una base para continuar: unas líneas del dibujo, una frase de inicio
o indicaciones como que el animal tiene que ser mamífero, africano, ave; o el
personaje tiene que ser artista, científico o de la antigüedad.
Trabajando con familias les proponemos que desde muy
pequeños vayan haciendo prácticas de elecciones. Al final de la cena se les
presenta una tríada de postres para elegir: lácteos (natillas, flan, yogur),
fruta (melón, cerezas, plátano)… Cada día tienen que hacer una elección pero
dentro de las propuestas, no de todo lo que sería posible o de lo que hay en la
nevera. Mañana llegará otra elección. La elección es importante pero no nos
bloquea porque mañana habrá otra. Tienen que aprender a disfrutar del resultado
de sus elecciones. Algunas no son tan trascendentes, aunque para ellos todas lo
parezcan. Hacer experiencia y después poder poner la parte cognitiva y hablar
de ello siempre es interesante. Para ellos, que piensan siempre, es como darles
buena leña para quemar.
También podemos trabajar la elección a través de la ropa (si
van a la escuela con uniforme, nos quedan los fines de semana para practicar).
Pensar en la ropa adecuada al lugar y la actividad que vayamos a hacer es muy
interesante. Con los más pequeños podemos proponer dos looks a escoger. Los mayores
harán su elección; aunque es bueno que la consigna sea consensuada y la
elección propia. Con algunos quizás tendremos que tener la conversación
informativa de ropa de trabajo y ropa de tiempo de ocio. De hecho, la elección
empieza con la compra de la ropa en la tienda. La compra de la ropa es un
momento muy interesante (colores, tejidos, estilos...). Vemos quién tiene un
estilo muy marcado, quién va buscando, quien ya lo ha encontrado... Nuevamente
iremos trabajando lo que durante el día puede ser vivido como un error, en la
elección del día siguiente. (Ante la elección: el polo rojo o el azul; elegir
uno puede hacer que todo el día se estén repitiendo que se tendrían que haber puesto
el otro. Su rigidez a veces no les permite positivitzar ni al menos neutralizar
un pensamiento y entran en un bucle que puede teñir el día.)
También podemos trabajar las elecciones en la decoración de
su habitación o de una parte de ella, cuando son habitaciones compartidas.
Cuando son pequeños lo haremos los adultos pero no siguiendo nuestros criterios
y gustos, sino escuchándoles. A medida que vayan creciendo hay que darles su
espacio y que lo vayan haciendo suyo. Podemos hablar de su espacio de estudio,
del interior de un armario, de la puerta o de una pared.
Algunas decisiones llevan asociadas una larga cola... de
personas, por ejemplo, en la tienda de los helados. Decidir cucurucho o tarrina
ya es difícil. Cuando pasamos a decidir el gusto del helado ya es “para nota”.
Una estrategia puede ser aprender a automatizar el hecho de acotar la elección.
Podemos hacer una primera reducción a una tríada y escoger sin remordimientos
porque llegará otra elección y podremos cambiar. También hay la posibilidad de
los dos sabores en un helado. Siempre habrá una próxima elección. Pueden
ensayar a hacerlo sin el adulto. Estas pequeñas herramientas les pueden
comportar una mayor tranquilidad en su día a día.
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