sábado, 12 de diciembre de 2020

¿Cómo llevan la pandemia? (Padres y Docentes)

Cuando hablamos de niños y jóvenes de altas capacidades nos encontramos rápidamente con los extremos. Su intensidad, su racionalidad y su hipersensibilidad forman un cóctel que al cambiar las proporciones podemos ir desde la responsabilidad más extrema hasta encajar que no podemos hacer nada porque las variables son excesivas y no nos podemos escapar de la infección.


Y es que cuando algunos se enrocan son muy difíciles. Si alguien está convencido de que no puede hacer nada porque hay gente que no cumple las normas y no los podemos convencer de que lo hagan bien... encuentra mil ejemplos que refuerzan su teoría. Tiene toda la razón, pero nosotros no podemos dejarnos vencer. Como mínimo tenemos que hacer todo lo que nosotros podamos aunque sea una lucha desigual como la de David y Goliat, pero nos servirá el ejemplo. Pero también nos pueden decir que pasará lo que tenga que pasar y no podremos hacer nada para remediarlo...


Otros, la gran mayoría, lo están viviendo con una gran responsabilidad y ha sido más fácil estar confinados en casa que empezar a relacionarse con otros que no saben con quién han estado. Llevan a rajatabla todas las medidas de seguridad y no pueden soportar a los compañeros que no se las toman seriamente. Los hay que se pasan el tiempo recordando a algunos compañeros que deben mantener la distancia de seguridad y se están acercando demasiado, o que la mascarilla debe  cubrir la nariz y la boca. Algunos compañeros ya han visto qué tienen que hacer para sacarlos de sus casillas y ellos que no pueden hacer nada para evitarlo y entran al trapo.


Muchas veces esta responsabilidad (que algunos ven como excesiva, pero no es más que responsabilidad) viene impulsada por algún caso de riesgo en casa: abuelos, padres enfermos... y aquí el cóctel hipersensibilidad y racionalidad llega a su máximo exponente. Sólo pueden hacer todo lo que sea posible para no ser ellos quien contagie a los suyos. En este caso la responsabilidad está combinada con el miedo a que enfermen sus seres queridos.


Y en su relación con las personas de fuera de la escuela, se comportan como si fueran los responsables de que todo se haga bien a su alrededor y son como catálogos de normas con patas. Actúan con más o menos delicadeza y a veces con muy poca paciencia, porque no son capaces de entender que con un tema tan serio como este las personas, grandes o pequeñas, no sean capaces de hacer el esfuerzo de hacer todo lo que está en su mano.


A muchos de ellos, que ya estaban interesados en las ciencias de la salud y en el ámbito de la investigación, ahora hacen saber a su entorno que a ellos les gustaría trabajar para superar esta situación y las que vengan. Sabemos que ellos dedicarán toda su profesionalidad pero de momento hay que acabar la Primaria o la Secundaria...


Pero de momento, O de siete años tiene una solución creativa para el pesebre de este año: en lugar del demonio escondido pondrá el virus, y en lugar del ángel la vacuna; y así todos estarán protegidos!



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