Muchos niños y jóvenes de altas capacidades tienen una cabeza que no para de pensar. Hacen asociaciones constantes, valoraciones constantes, preguntas constantes... Las horas de clase no suelen frenar este proceso por lo que es fácil que parezcan ausentes, absortos en el mundo de sus pensamientos. Hoy veremos los pensamientos intrusivos que nos alejan de clase.
Ejemplo. Un niño cursaba Primero de Primaria y todos los
compañeros ya estaban en fila con la chaqueta puesta y la mochila a la espalda
para marchar a casa. Él continuaba en su silla totalmente ajeno a la situación
que le rodeaba. La maestra ya llevaba seis sesiones de trabajo de seguimiento
con nosotros. Se acercó, se agachó para ponerse a su altura y le preguntó con
voz queda: “¿Qué piensas?”. Él respondió: “Qué haría si fuera presidente del
gobierno”. La maestra continuó: “Ahora tenemos que marchar a casa, es la hora,
pero mañana en la hora del patio, si quieres, me explicas qué has pensado.” De
esta manera la maestra validó lo que pensaba el niño y a la vez le devolvía a
la realidad de manera discreta sin ponerlo en evidencia delante de sus
compañeros. En otro momento quizás este niño se hubiera llevado un grito:
“!Nunca estás atento!”, “!Eres el último!”, “!Siempre vas al revés!”. Ninguna
de estas frases ayuda ni a su valoración positiva como persona, ni a cómo le
ven los compañeros y quizás valida que se le pueda gritar o despreciar porque
hay motivo, porque es diferente.
Propuesta. ¿Qué les podemos proponer a los alumnos cuando
llegan estos pensamientos que les alejan de la clase? Primero que sean
conscientes. Después que tomen nota en una libreta especial y que los dejen
marchar porque ya pensarán en ellos más tarde, cuando hayan acabado las clases.
Ahora no toca. Claro que hay que tener mucha fuerza de voluntad o ser muy políticamente
correcto para dejar pasar aquello apasionado (ser presidente del gobierno) y
volver a las sumas que ya conoce (lo podéis cambiar por el contenido que
queráis). Quizás en Primero de Primaria es muy difícil pero en Bachillerato si
no han adquirido el hábito lo tienen que coger rápidamente porque si nos
alejamos mentalmente de clase podemos perder informaciones importantes de la
clase. El profesor pasa mucha información directamente y entre líneas. Identificar, anotar, dejar
pasar, volver al aula es un ejercicio que se puede aprender con voluntad y
entrenamiento. Reeduca nuestra atención, hace que pongamos el foco en lo que
toca y no solo en lo que nos gusta. Saben por experiencia que su atención es
muy poderosa porque a menudo se les enganchan los conocimientos sin hacer
ningún esfuerzo, la atención va por libre. Cuando son mayores llega el momento
de orientar la atención para seguir aprovechando sus beneficios.
Conclusión. Hablar, pensar, entrenar, buscar estrategias
propias puede ser una muy buena idea para mantener a raya los pensamientos
intrusivos que nos alejan de clase. Evitarlos llevará un gran desgaste, una
solución incierta y poco eficaz. Hablaremos otro día de este tema pero... no
hay que luchar todas las batallas.