lunes, 19 de septiembre de 2022

Repasamos ¿Hay plan B?

 

Hay alumnos de altas capacidades que cuando comienza el curso ya tienen todos o muchos de los conocimientos que verán en los próximos diez meses. Por tanto desde el primer día viven en una repetición constante.


Si los alumnos son políticamente correctos y no demandantes, puede que no digan nada e intenten trabajar lo mejor posible. Algunos incluso esconderán lo que saben. Pero ésto no significa que en la escuela se cubran sus necesidades.


Muchos, con mentalidad positiva, dicen que ahora están repasando pero pronto entrarán en materia y ya no se les hará tan pesado. Seguimos en la línea de esconderse y esperar tiempos mejores que si no somos capaces de mover pieza nunca llegarán...


Uno de los chicos de 3º de ESO coincidía con uno de Quinto, y me decían que no podían entender por qué muchos profesores hacían preguntas o indicaban trabajos para hacer de los que ya sabían la respuesta. Ellos creen que debían ir más allá y dar respuesta a preguntas de las que no supieran la respuesta porque si no es así, ¿qué gracia tiene? En un estadio inicial en el que empezamos a conocer la realidad necesitamos poner nombre a las cosas, pero después es necesario un cambio.


Otro chico, hablando del trabajo de investigación de Bachillerato, me decía que quería trabajar sobre algo realmente interesante y que mejorara la vida de la gente. Cuando las cosas que trabajamos en la escuela tienen un efecto sobre la realidad cobran sentido.


Para muchos de ellos, mayores y pequeños, su realidad escolar es como el día de Marmota. No avanzan, sólo repiten. O bien el ritmo es lento (a página y media por hora, aprox.), o arrancamos y paramos sin llegar a una buena velocidad de trabajo. Pero... ¿podemos cambiar esto en la escuela?


Lo primero que podemos/debemos hacer como docentes es observar y escuchar. Nos sirve para todos, pero si tenemos alumnos identificados con altas capacidades es imprescindible. Con esto, lo que hacemos es crear vínculo con el alumno. Que note que queremos escucharle, queremos saber cómo está y qué necesita. No sabemos si le podremos dar, pero necesitamos saber cuáles son sus necesidades. Muy a menudo nos encontramos con niños y jóvenes a quienes nunca nadie les ha hecho estas preguntas y no saben responder. O como quieren complacer al adulto piensan qué es lo que éste quiere escuchar. O como dijo una niña de Segundo de Primaria: “si mi maestra ha estudiado para enseñar y además me ama, cómo debo decirle qué necesito... ella me dará lo más conveniente”. Podría tener toda la razón, pero a veces la maestra no está al caso, o no conoce sus necesidades, o no sabe que puede atenderlas y le da “café para todos”.


Hay maestros y docentes que, quiero pensar que sin querer, guían a sus alumnos en una dirección concreta. Otros dan estrategias y permiten que vayan haciendo.


Trabajar el pensamiento convergente y divergente no es un trabajo excluyente, por el contrario debemos trabajar ambos. Sabemos que cuando levantamos el vuelo a partir de lo que conocemos, podemos conseguir formas diferentes de trabajar, sobre todo más creativas.


En las situaciones de aprendizaje se pueden ofrecer diversas posibilidades y no quedarnos sólo con las actividades repetitivas. Necesitamos actividades que les impulsen, que representen retos... En un próximo post veremos algunas posibilidades.




No hay comentarios:

Publicar un comentario