lunes, 17 de octubre de 2022

Educación Emocional 1

 

En la actualidad todos tenemos claro que hay que trabajar la educación emocional. Los que ahora somos abuelos y padres quizás no tuvimos una educación emocional formal pero no podríamos no tenerla. Aprendimos viendo, haciendo, y a veces sin demasiada conciencia. Ahora la situación ha cambiado y debemos hacer una tarea más formal.

La Educación Emocional es muy amplia y la manera más práctica de aprender es a través del ejemplo. Viendo cómo actúan los demás aprendemos como actuar o como no hacerlo. Las actuaciones de los adultos de referencia tienen mucho impacto en la vida de los niños y jóvenes.

Los niños y jóvenes de altas capacidades suelen ser grandes observadores, procesan lo que ven y tienen una gran memoria. Por lo tanto son el elemento clave para poder hablar de cómo actúa la gente porque tienen un muy buen banco de datos. Suelen tener claro lo que les parece bien y lo que no. Su cerebro, a veces, es muy normativo pero ellos en su vida cotidiana no lo son tanto. A menudo hablamos con su cerebro, y dejamos que su cerebro y ellos se pongan de acuerdo (a veces lleva un tiempo). A menudo entienden, pero no siempre pueden o quieren hacer, y cuando lo consiguen son muy felices.

Empezaremos intentando identificar cuáles son nuestras emociones, cómo nos sentimos. Ampliar nuestro vocabulario emocional es básico porque a veces pensamos que estamos enfadados pero no es cierto, estamos cansados, tenemos hambre, o sed. A partir de una buena identificación podemos conseguir resolver una situación.

Es muy interesante jugar a definir emociones, describirlas e identificarlas; primero en los otros (siempre es más fácil). Observar las señales externas (como está el cuerpo, la voz...) cuando se siente esta emoción. Después pasaremos a ver qué hace la gente cuando la siente y si podrían hacer cosas más adecuadas. Por último pasamos a ser los protagonistas de esta emoción y la pasamos a primera persona. Cómo nos sentimos, cómo podemos reaccionar y cómo podemos reaccionar a nuestro estilo pero de la manera más adecuada.

Todo esto lo podemos hacer con palabras, cuentos, apoyo audiovisual, situaciones vividas... y quizás acabar teatralizando las posibilidades para poder elegir el que mejor se avenga a su manera de ser.



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