Todos los niños son iguales en
dignidad y todos requieren que en las escuelas conozcan y se atiendan sus
necesidades acompañándoles en el proceso de llegar a ser la mejor versión de
ellos mismos.
Cuando partimos de cero la
palabra es igualdad. Que todos puedan recibir atención. Una vez esto ya está en
marcha a palabra es equidad. Que cada cual reciba según sus necesidades. En la
mesa lo entendemos perfectamente. Si a un grupo de niños nacidos el mismo año les
ponemos la misma cantidad de comida algunos quedarán saciados, pero para otros
puede ser excesivo o poca cantidad. Otro ejemplo claro lo encontramos en el
calzado. Poner zapatos del mismo número a toda la clase hará que unos cuántos
se sientan bien calzados pero tendremos un grupo a quienes los zapatos les
irán: grandes, muy grandes, pequeños o muy pequeños. En ninguno de estos cuatro
casos podrán andar bien, ni correr; ni siquiera llevarlos puestos todo el
día...
Dar a cada cual lo que necesita
es lo más adecuado pero no lo más sencillo. Para saber qué necesitan les
tenemos que conocer. Y llegamos a una de las carencias más grandes de la
escuela y del mundo moderno. A pesar de que todos los días tienen veinticuatro
horas, muchos nos quejamos de no tener tiempo. La distribución del tiempo, las
cosas impuestas dentro de estos tiempos hace que muchos adultos tengan la
sensación, muy fundamentada en experiencias previas, de no llegar antes de
empezar.
Las relaciones humanas requieren
tiempo, crear complicidades, vivir cosas juntos... Es muy importante que los
adultos podamos crear estos tiempos. Agendar la tutoría personalizada hace que
creemos este tiempo porque si no, no lo tendremos. Este es el primer paso.
Tenemos que empezar por cosas posibles aunque parezcan pocas. Un rato
quincenal, diez minutos o un cuarto de hora, puede ser un buen inicio de
tutoría personalizada. Tendremos que optimizar el tiempo. Pero el hecho de que
lo ponemos en agenda implica para el alumno que se sienta acogido y atendido
porque sabe que estar en esta agenda es ser conocido y reconocido, y tiene la
posibilidad de ensanchar su espacio si hay una urgencia.(cuando pasa esto suele
bajar la tensión y no suele ser necesario, con la posibilidad es suficiente).
Definir tiempo y espacio; dónde y
cuándo. Tendremos que informar de las reglas del juego (si las propondremos
nosotros, si las trabajaremos juntos, si puede presentar una propuesta...).
Tenemos que ser muy disciplinados con la hora de inicio y de final. Suelo
proponer poner una alarma cuando falten dos minutos para poder hacer el cierre
de la sesión.
Para poder dar a cada cual lo que
necesita los tendremos que conocer pero esto nos llevará mucho tiempo y quizás
podemos empezar con unos básicos que van bien a muchos niños y jóvenes pero que
tendremos que ir ajustando. Ya estamos en octubre y llevamos un mes de curso
(un montón de horas). Necesitamos información precisa pero a veces algunos no
la darán si no hay confianza... con estos, vamos a ciegas porque necesitan
tiempo.
Lo más sencillo es proponerles la
posibilidad de hacer una actividad individual mientras volvemos a repetir
contenidos que él o ella ya ha adquirido. La propuesta será para ellos y para
otros niños que están en situaciones parecidas (3 ó 4). La posibilidad de
avanzar deberes que hemos escrito en la pizarra o la creación de ejercicios de
aplicación de lo que estamos haciendo (crear problemas matemáticos o ejercicios
de lengua... en su libreta o en la libreta complementaria donde suelen anotar
las preguntas que les surgen durante la exposición). Tendrán que ser discretos
con este trabajo. Hay que haberlo hablado con ellos y con la clase. Pedir
autorización visual. Ellos saben en qué momento empieza la repetición (en
algunos casos es ya en la primera explicación pero esta la tendrán que aguantar
comprobando que no se hayan saltado ningún paso, en la segunda explicación ya
pueden empezar si los docentes les autorizan). Es la muestra de que cada cual
recibe el que necesita. Estos trabajos necesitarán una supervisión, no hace
falta que sea diaria pero sí real.
Sus necesidades están en el
ámbito cognitivo, social y personal. La parte cognitiva es relativamente fácil en
la escuela o instituto. Tenemos que tener en cuenta que no se trata de
proponerles tareas de cursos superiores ni de añadir tareas a las propias del
curso. Hay que poner tareas “en llugar de”. Siempre empezamos por las tareas
del curso como referencia y a partir de aquí pensamos, o les hacemos pensar a
ellos (según los niños y jóvenes) en tareas de ampliación o profundización
partiendo de los contenidos o procedimiento del curso. En el mismo ámbito que les
permita conocer más (más vocabulario, más elaborado) o profundizar en los
contenidos (más aplicaciones, otros contenidos que no se pueden dar en clase
del mismo tema, relaciones entre contenidos,...).
Si necesitáis muestras podéis
poneros en contacto con nosotros. Somos creadores de contenidos de intervención
educativa en altas capacidades. Nos encontraréis en atencioaltescapacitats@gmail.com
Todas estas cosas son
infinitamente más difíciles de explicar que de hacer pero hace falta que los
adultos seamos muy disciplinados. Cualquier cambio en positivo por pequeño que
sea nos acerca a la atención de la diversidad (también al alta). Los alumnos de
altas capacidades nos necesitan.
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