martes, 16 de septiembre de 2014

La familia y la educación global


Hay un proverbio africano que dice que para educar a un niño hace falta toda la tribu. Y es cierto. 

Actualmente vemos cada día cómo se reduce la influencia de los padres en la educación de los niños. A pesar de ser muy importante, que lo es, hay momentos en que dicha influencia es muy escasa (por ejemplo en la adolescencia). 

Podemos observar que en la educación global de un niño, la mayor influencia es de la sociedad. Perkins, experto en Educación de Harvard, lo expresa con estas palabras: "Realmente creo que probablemente la mayor influencia no sea ni de los padres ni la escuela, sino de una cultura mayor. Cuando observas con quien pasan los niños su jornada constatas que están con los padres un tiempo, pasan más en la escuela, y el resto están con Facebook, con los amigos, etc. Creo que los padres tienen la posición más débil de los tres". Pero eso no nos exime de nada, al contrario. 

Por otro lado, la realidad nos muestra en numerosas investigaciones que "la interacción entre padres e hijos es muy importante" para conseguir que los niños disfruten aprendiendo. Por ello, se recomienda a los padres que pasen tiempo con sus hijos, que conversen y que desarrollen actividades sobre cualquier tema de su vida y del mundo en general: "No se trata tanto de que les ayuden con los deberes, sino que de la “vida intelectual” que hay en el hogar. Conversar sobre cualquier cosa. Hay que tener en cuenta todos los aspectos de la vida de los niños y del mundo en general: política, deportes, arte, y no necesariamente el de los museos, incluso arte callejero". 

Si esta interacción es esencial para todos los niños lo es, todavía en mayor medida, para los niños y jóvenes de Altas Capacidades que se sienten diferentes y necesitan aclarar y contrastar quiénes son y cómo son. Hablar y escuchar, hablar y ser escuchado es esencial en todos los casos. 

Últimamente se ha popularizado el término "tiempo de calidad" referido a aquel tiempo que los padres pasan de verdad con los hijos: escuchando, jugando juntos, participando de actividades juntos, pero de verdad. No es aquel tiempo que compartimos mientras hacemos nuestras cosas a su lado o que hacemos juntos con la cabeza llena de clientes, proveedores o problemas. Es aquel tiempo que dedicamos a los hijos de corazón y con todos los sentidos.


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