lunes, 1 de marzo de 2021

Personas que merecen la pena (Padres, Docentes y Profesionales)


Hay personas que merecen ser recordadas porque cuando vivían ya decíamos que merecía la pena vivir y trabajar a su lado. Este es el caso de Eli Yáñez, que murió la semana pasada. 

Yo la conocí hace cinco años cuando empecé a acompañar una niña de cinco años que presentaba características de altas capacidades. Me pareció una gran profesional que sabía observar y atender, sin estridencias, las necesidades de las niñas que tenía a su cargo de la Escuela Airina de Terrassa. Las conocía bien, estaba en la primera línea de fuego. Le apasionaba la diversidad, la manera de funcionar de todas y cada una de las niñas. Te podía explicar mil detalles que daban cuerpo a sus intuiciones. Siempre dispuesta a escuchar y aprender. Siempre humilde, sabía mucho más de lo que decía. Su objetivo era que las niñas, todas, se sintieran atendidas, queridas, comprendidas, y llegaran a ser la mejor versión de ellas mismas. Sabía entender las rigideces, la hipersensibilidad, la intensidad, la fragilidad, las dificultades sociales teñidas de no pasa nada, la hiperrelación con los adultos, su literalidad... Era capaz de ver estas características y leerlas en clave de altas capacidades, cuando otros muchos profesionales no hacen este paso y sólo son capaces de ver las partes. Ella las veía formando parte de un todo, las altas capacidades.

Una grave enfermedad la alejó de su trabajo. El cuerpo es frágil. Y nos dejamos de ver. Pero su manera de trabajar había quedado impregnada en las maestras de la Escuela Airina. La pasión por atender la diversidad, que las horas invertidas en cada niña nunca son en vano, que nuestra mirada debe acoger y acompañar...

He visto su sonrisa, su dulzura, su profesionalidad durante este tiempo que ella no ha podido seguir en la escuela, cada vez que me entrevistaba con las maestras en las salas de tutoría de la Escuela Airina para atender el día a día de mis niñas. Siempre con la esperanza de que un día, Eli, pudiera reincorporarse a su trabajo y nos volviéramos a encontrar. Ahora ya sé que no. Pero su persona quedará por siempre jamás en mi recuerdo y en el de las personas que la conocimos. Una gran profesional y una gran persona. Os tengo que confesar que Eli está en mi Top 3 de orientadoras escolares, y así la recordaré. Las altas capacidades no siempre reciben tanta comprensión real en las escuelas.

Como creyente sé que se ha avanzado hacia la casa del Padre. Quisiera que hubiera continuado con nosotros más tiempo, porque se me ha hecho corto el camino recorrido con ella. Pero agradezco habérmela encontrado, con tanta gente en el mundo... ha sido un muy buen regalo. Descansa en Paz, Eli.




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