jueves, 15 de abril de 2021

Escucha activa (Padres)

Los niños y jóvenes de altas capacidades no siempre tienen ganas de hablar pero si no lo hacen no podemos inferir el que piensan. Para nosotros, padres, es imprescindible que ellos nos den información.


Hace un tiempo era impensable empezar con esta advertencia pero como en el cine o en el teatro... móvil apagado cuando atendemos a los hijos excepto casos muy puntuales. Hoy es impensable que no seamos conscientes de que el móvil puede ser un elemento que nos acerca a los que tenemos lejos pero nos aleja a quienes tenemos cerca. Por lo tanto si tenemos que hablar con los hijos... teléfono móvil lejos o apagado.


Es esencial que cuando encontremos este momento comunicativo con ellos  practiquemos la escucha activa. La Escucha activa es aquella en la que el receptor no sólo oye los sonidos que emite el niño, sino que le hace saber que es escuchado y que por lo tanto le entiende. Significa realizar una escucha en la que el adulto que escucha el mensaje, interpreta, y se interesa por lo que intenta comunicarnos. Esto supone tener una mirada, sonidos, palabras que transmiten feed-back sobre el mensaje recibido, centrarse pacientemente, realizar cierto vaciado de las cosas propias y de los prejuicios y escuchar sin condiciones.


Para realizar una buena escucha activa es necesario: eliminar posibles distracciones; el uso de un tono y volumen adecuado; reforzar el mensaje del niño; no interrumpir; concentrarnos en lo que dicen para poder resumirlo; controlar los silencios; no juzgar, ni pre-juzgar; identificar los sentimientos del emisor; ser paciente; controlar lo que decimos...


La escucha activa permite establecer un sentimiento de confianza entre las dos personas que se están comunicando. El niño se sentirá probablemente más valorado, y el padre o la madre generará más respeto y el hecho de escuchar aportará efectos tranquilizantes y eliminará tensiones. De este modo se favorecerá una relación positiva que permitirá hacer un abordaje más profundo de los problemas cuando aparezcan.


Podríamos decir que hay unos cuántos momentos en los que bajan la guardia y nos puede ser más fácil encontrar aquellas condiciones que propicien la comunicación.


Es curioso, pero con los niños y jóvenes de altas capacidades desde que son muy pequeños usamos técnicas que llamamos de “adolescentes”. No sentarse uno delante del otro. No mirarlos a los ojos porque parece que les hacemos un tercer grado y pueden sentirse intimidados. Hablar con ellos en el coche, sin mirada directa mientras los dos miráis hacia adelante; o andando por la calle, o por la montaña, o por la playa, el uno junto al otro. Hablar mientras él o ella está jugando o dibujando... Hacer preguntas abiertas...


Algunas familias me comentan que uno de los mejores momentos para hablar con los hijos en su casa es después de la ducha, en el momento de secar los cabellos...


Pero el momento estrella en todas las casas es el momento de acostarse. Parece que es el momento de las confesiones, de las preguntas, de las dudas, de expresar sentimientos, de analizar el día y de preparar el próximo día...


Encontramos algunas dificultades añadidas cuando hay diferentes hermanos en la habitación o cuando hay diferentes hijos que nos reclaman en el mismo momento pero los padres encontraran cómo resolverlo.


Hay otros momentos fantásticos cuando somos capaces de sistematizarlos (hacerlos habituales). Son los momentos de dedicación exclusiva del hijo / de la hija con uno de los progenitores. Tener un tiempo en exclusividad es lo que desean todos los hermanos. Y que este tiempo sea placentero, está en nuestras manos. Podemos hacer algo que le guste o simplemente podemos esperar que el hermano salga de la actividad extraescolar pero le podemos dar un valor extra a este tiempo.



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