jueves, 10 de febrero de 2022

¿Cómo encajan el error? (Padres y Docentes)

Muchos niños y jóvenes de altas capacidades tienen una relación especial con el error. De hecho, suelen tener una historia en la que esfuerzo es una palabra vacía, sin sentido. De hecho, algunos nunca han tenido que hacer ningún esfuerzo para aprender. Los conocimientos se les enganchan, van hacia ellos y pasan a formar parte de una red bien trenzada, nuevamente sin esfuerzo alguno. Es una historia de logros. Aprenden muchas cosas de memoria, otras por las relaciones que establecen entre ellas... a menudo aprenden a leer por inferencia, acumulan palabras con significados muy concretos y disfrutan utilizándolas cuando toca. Sí, suelen tener una historia de éxitos pero llega un día en el que se encuentran con el error fruto de relajarse, bajar la guardia, de ir deprisa, de no fijarse suficientemente...

Hay ocasiones en las que con el error llega la respuesta del entorno que tienen acostumbrado al éxito y algunos compañeros tienen muchas ganas de verlos vulnerables y caídos. Con este primer error llega el miedo al error. Vivir el error como una situación terrible tiene mucho que ver con el entorno. Ya podemos decirles que el error es parte del aprendizaje pero a algunos de ellos les cuesta vivirlo así.

Hoy veremos dos maneras de vivir el error:

a.- quienes responden de forma reactiva:

Algunos se quedan paralizados, se quejan o reaccionan enfadándose con el mundo, con la situación, con los demás o consigo mismos. Les cuesta dedicar tiempo a pensar qué quieren o pueden hacer.


También encontramos los termoactivos, que reaccionan con el calor del entorno o de su interior; los radioactivos, que son altamente tóxicos;... y, sobre todo, los inactivos, que se quedan bloqueados, paran en seco y ya tienen la excusa perfecta para no volver a intentarlo nunca más.

b.- quienes reaccionan de forma proactiva:

Son quienes viven el error como parte del aprendizaje. Toman iniciativas, se arriesgan. Asumen responsabilidades. Hacen que las cosas sucedan y sobre todo deciden qué, y cómo quieren hacerlo.

Y sí, ésta es la actitud correcta que hace que el error no sea un problema sino una situación.

En todas las escuelas se está haciendo un cambio en la gestión del error desde hace unos años. Hemos pasado de marcar en rojo los errores a utilizar el color verde (menos agresivo). De centrarnos en lo que falta, a centrarnos en lo que tenemos o hemos adquirido. Muchos, hoy muestran el error como parte del aprendizaje. Algunos lo ven como un grupo de escalones que hay que ir subiendo para llegar a la consolidación de los aprendizajes. Como los niños que están aprendiendo a caminar y caen, y se vuelven a levantar para intentar de nuevo poner el cuerpo de forma que permita que puedan moverse por el espacio en equilibrio ganando en seguridad utilizando todos los recursos que tienen a su alcance . Sí, la actitud es muy importante porque marcará cómo aprenderán y la fuerza con la que lo harán.

Ayudémosles a vivir el error de forma proactiva. Hablemos con ellos, con su cerebro que lo entiende todo. Y poco a poco irán encontrando la forma de poner de acuerdo su cuerpo, sus ganas, sus recursos y de ponerse en marcha para conseguir vivir de forma positiva la gestión del error.

Hablar, describir, identificar... sin empujar, sin regañar, sin culpabilizar, sin gritar, escuchando, dando posibilidades y salidas, explicando cómo lo haríamos nosotros (no como ejemplo sino como muestra porque somos personas diferentes), pensando juntos como lo haremos la próxima vez que nos encontremos con un error... Nunca estaremos preparados del todo, pero si podemos estar un poco más entrenados y habiendo reflexionado sobre el tema, podremos actuar de una forma más precisa y acorde con lo que somos y lo que queremos hacer.

Es un paso hacia el mundo adulto que deben dar antes que muchos otros niños o jóvenes. A veces su intensidad, velocidad o rigidez juega en su contra, por ello es importante empezar pronto hablando de este tema que les afecta personalmente.




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