lunes, 28 de marzo de 2022

Todo encaja (Padres y Docentes)

A menudo hablamos de las dificultades que encuentran los niños y jóvenes de altas capacidades pero hay momentos en los que todo encaja. Hay gente que ha sufrido tanto que no sabe reconocer estos momentos, o ya sufre porque saben que acabarán, o no los saben disfrutar porque esperan que se rompan en cualquier momento. Pero cuando las cosas van bien es el momento de disfrutarlas.


Hay momentos en los que todo encaja. En Secundaria ya han terminado el segundo trimestre y es el momento de la cosecha. Cuando los resultados son buenos tenemos que disfrutarlos. Intentamos concretar un buen trabajo: conocimientos (qué aprendemos), procedimientos (cómo expresamos lo que aprendemos), relaciones entre iguales y con los adultos...


Muchos se preguntan... ¿cuándo llegará este momento? Bien es verdad que convivir con alguien de altas capacidades puede no ser fácil. Con algunos es monótono con otros puede ser muy diferente pero suele ser intenso. Hay tanta diversidad, puede haber tanto cambio o tanta monotonía que volvemos a decir que hay que poner la lupa en cada caso y no podemos hacer generalizaciones porque siempre encontraremos alguien que no se sienta incluido.


Hay jóvenes que ya hace años que fueron identificados y que hace años que se van trabajando. Poco a poco vamos viendo los frutos del trabajo. Van encontrando su propia manera de hacer las cosas. El acompañamiento les ayuda. Ellos tienen que tener la posibilidad y el tiempo para reflexionar y actuar. Su cabeza lo entiende todo pero su cuerpo no siempre está preparado o dispuesto a hacerlo. Tienen que encontrar su estilo. Cuanto más capaces sean de descubrirse y desplegar sus capacidades, más podrán conectar con lo que son y con lo que pueden llegar a ser. Cuando todo esto pasa vemos una sonrisa que nace de dentro que ilumina sus rostros.


Hay muchos momentos del proceso en los que estamos dentro del bosque y nos vemos rodeados de árboles muy altos que no nos permiten tener una visión de conjunto porque el día a día nos vence. Parece que vivamos el día de la marmota, en el que repetimos cada día y nos reencontramos cada día con las mismas dificultades. Parece un bucle que no podremos romper nunca. A algunos padres les cuesta volver a casa al atardecer porque seguro que, en un momento u otro, su hijo o hija mostrará su intensidad y su rigidez. Nos volveremos a enganchar por: sus efectos personales dejados por el suelo, la hora de la ducha, el tiempo de estudio, el orden de su habitación, la bolsa de deporte en la entrada, la ropa sucia que no llega al barreño, el tiempo de ordenador... Es terrible vivir en este bucle porque nos hace perder la esperanza y sin querer nos vamos quedando paralizados y dejamos de hacer. Nuestra manera de actuar le dice al niño que no creemos que lo pueda hacer, que no creemos que sea capaz y que la constatación la tenemos a la vista. Parece que no podemos hacer nada. Cuando cada día tenemos que decir lo mismo y con el mismo resultado es muy pesado, pero un día, un buen día... ¡la cosa cambia! Parece que las piezas encajan. Ellos toman conciencia y se ponen. Cuando son capaces de poner la energía en estos pequeños trabajos o hábitos, cuando son capaces de ver que pueden hacerlo, que es bueno que se haga, y que pueden ser protagonistas de su propia vida. ¡Este “cleck” es fantástico!


Y el segundo nivel es cuando la constatación del cambio viene del exterior. Pueden ser las notas de la escuela o un comentario del entrenador o del profe o de la abuela... este día el cambio o la mejora se consolida. Son muy porosos a las felicitaciones. En este momento ya no solo lo veo yo sino que los otros lo ven y lo valoran positivamente. No es un detalle sino que es un cambio de tendencia; se va haciendo realidad, una nueva realidad.


Las personas nos vamos construyendo a lo largo de nuestra vida. Ahora sabemos que no todo se acaba a los siete años. Las neurociencias y el estudio del cerebro nos habla de que hay neurogénesis y poda neuronal; que seguimos creando y confirmando los mejores circuitos neuronales para lo que hacemos. Aprendemos a lo largo de toda la vida pero en la infancia ponemos las bases. Y cuando lo que vamos consolidando es positivo tenemos que ir creando un histórico de buenas experiencias a las que acudir en los momentos más complejos. Si ahora es un buen momento, o es susceptible de poder serlo... ¡aprovéchalo!




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