lunes, 9 de mayo de 2022

Una procesión infinita de profesionales (Padres y Docentes)


Hay familias que llegan a la identificación de las altas capacidades de sus hijos después de pasar por muchos profesionales que intuyeron mil otras cosas que a menudo no pudieron confirmar. Había características comunes pero no concluyentes. Hicieron un peregrinaje infinito con un desgaste personal y económico más que considerable.


Muchos empiezan valorando el movimiento, con la intuición de un TDA con hiperactividad que no acaba de consolidar. Para otros, el inicio es la dificultad de relación con unos iguales que no lo son.  Para estos la posibilidad es el trastorno de aspectro autista, hasta hace unos años Asperger.

Ésta fue la intuición de una maestra de P1 con una niña que se paseaba entre sus compañeros y no se relacionaba con ellos ni con los materiales que se le proponían. Nadie le preguntó ni a ella, ni a su mamá. Sólo se hizo una derivación para observar autismo. Nada más lejos y lo pudimos parar a tiempo. La niña preguntaba en casa "¿por qué tengo que ir a la escuela? en clase nadie habla, juegan con cosas extrañas y creo que no saben que son niños, creo que creen que son perritos porque siempre están en el suelo”. Acababa de cumplir dos años, era el mes de febrero. Pero ésta niña que hablaba por los codos en casa, en la escuela nunca dijo ni una palabra porque veía que en ese entorno la comunicación no funcionaba a través de las palabras.   

Para una familia de Ripollet este episodio duró siete años. Cuando al fin pudimos hacer la identificación de altas capacidades el mismo chico me dijo que “ya se lo decía que no era autismo pero ellos insistían...” qué pena, que muchos profesionales no contemplen la posibilidad de las altas capacidades.


Las altas capacidades son las grandes olvidadas porque, incluso entre los profesionales (psicólogos, pediatras, psiquiatras...), hay mucho desconocimiento y prejuicios o mitos que condicionan la visión. Si no hay alto rendimiento, no lo es. Si no hay dificultades de relación, no lo es. Si no hay un niño sabiondo, no lo es. Y es cierto, no son muchas de estas cosas.



En estos momentos sabemos que entre las características que identifican las altas capacidades encontramos un buen coeficiente intelectual pero... ¿y si lo que tenemos es una buena inteligencia motriz, musical o espacial? Tenemos también otras características que son muy frecuentes y muy potentes al hacer la identificación: su intensidad; la rigidez; la hipersensibilidad sensorial, emocional, imaginativa, psicomotriz, cognitiva, que ya definió Dabrovski; la necesidad de comprender la realidad y las grandes palabras como la justicia, la verdad o el sentido de la vida; su aprendizaje autodidacta, haciendo relaciones o a saltos. Suelen disfrutar con el aprendizaje, tienen gran curiosidad (si no se la hemos apagado); quieren ir siempre más allá... pero a menudo todo esto queda en un rincón porque cuando descubren que son diferentes y que “molestan”, se sienten diferentes y vulnerables, muchos de ellos escogen esconderse –por prudencia- mimetizándose con la pared. Sobre todo las niñas, que ponen por delante la vida social que su propia vida. Después de esconderse, se van apagando, y pierden su esencia, dejan de ser el que son para ser lo que creen que los demás esperan de ellos. De tanto esconderse pierden su esencia. Algunos solo la recuperan cuando identifican a sus hijos y reconocen en ellos algunos de sus rasgos de niñez. Algunos, en aquel momento se deciden, por fin, a ser quién son realmente. Nunca es tarde, pero no podrán recuperar el tiempo perdido y esto no les tendría que pasar a sus hijos, ¿verdad?




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