Es muy frecuente que los alumnos de altas capacidades observen el entorno y actúen en consecuencia. A veces algunos actúan como si ser diferente no fuese una opción. Veremos unos cuántos ejemplos de niños y jóvenes que esconden sus intereses y sus potencialidades para encajar en la clase:
1.- X tiene
2 años. La maestra dice que X no habla en clase y no se relaciona con los
compañeros incluso propone que el servicio sanitario (el CDIAP en Cataluña) la
vea para hacer un estudio por su carencia de relación con los compañeros de
clase. Por el contrario, X en casa no calla y un buen día dice a su madre: “No
me gusta ir a la escuela. Los niños no hablan además me parece que no saben que
son niños, creo que creen que son perritos y por eso van por el suelo”.
Hablamos con la maestra y nos la define como una niña rara que no habla y no se
relaciona. Propusimos que algún día, en tiempo de patio, X pudiera estar con
las maestras. Ellas descubrieron una niña que no callaba, que les explicó con
todo lujo de detalles que se casaba su tío, que le habían comprado un traje
precioso pero que ella lo quería con un lazo detrás y se lo compraron con el
lazo delante y creía que no le quedaba bien... las maestras se quedaron muy
sorprendidas al ver el cambio, hablaba como una niña mayor. Nunca había hablado
en la escuela y continuó sin hablar con los compañeros pero sí con las maestras
a quienes saludaba cada día con una gran sonrisa.
2.- D va a
la clase de Infantil 4 años. Los lunes, en clase se empieza con el “Buenos días”
en el que cada niño explica què ha hecho durante eñ fin de semana. Él siempre
explica que ha disfrutado mucho viendo los conciertos en el Palau de la Música
o en el Auditorio. Le encanta ver la orquesta y banda municipal cuando hacen
música en directo. A partir de un momento, empieza a explicar que el fin de
semana “ha ido al parque a jugar con la arena”. Sabemos que no es cierto pero
él insiste. Cuando hablamos con él a solas le preguntamos, la maestra y yo, que
ha hecho este fin de semana y él nos dice que no es verdad que haya ido al
parque, pero que cuando dice que ha ido a oir conciertos los compañeros le
miran mal y cuando dice que ha ido al parque todo el mundo está contento.
Cuando a los cuatro años los niños creen que no tienen que dejar entrar su vida
en la escuela, y que tienen que fingir; es realmente terrible.
3.- M va a
Primero de Primaria. La maestra dice que va haciendo, es una buena alumna pero
no destaca. Entiende rápidamente los conceptos y sabe hacer las tareas
propuestas pero trabaja lentamente y nunca está entre las primeras de acabar
los trabajos. No se le propone hacer nada especial porque no tiene tiempo. No
destaca en nada. No hace preguntas. Es políticamente correcta. Hace lo que toca
pero ni un paso más. Llega a casa agotada de la tensión que le supone estar
contenida todo el día. En casa le gusta hacer cosas nuevas y pide, e incluso
exige, hacerlas. Cuando se le pregunta por qué no lo hace en clase dice que allí
no hace falta. Sólo hay que hacer lo que dice la maestra. Mimetiza con el grupo
y no muestra ninguna necesidad especial en la escuela.
4.- A D le
encanta leer. Cursa Cuarto de Primaria y está leyendo “El Hobbit” y disfruta
con las descripciones y con una historia llena de personajes con nombres
enrevesados y con historias complejas. Cuando llega el inicio de curso ve que
tendrán que leer “La Hormiga Piga se va de excursión”. Nadie a clase sabe que
le gusta tan leer y que lee libros tan gruesos. Si lo puede continuar
escondiendo nadie lo sabrá.
5.- A. va a
Quinto. Han empezado a hacer la actividad de las operaciones en dos minutos. No
las hace con la intensidad que podría. Estudia la situación y pone un punto
junto a la operación que está en la mitad y cuando llega allí da por terminada
la actividad y espera que se acabe el tiempo. Cada vez que hacen esta actividad
marca dos operaciones más. No es la mejor de la clase, ni quiere serlo. Quiere estar
en la franja alta pero sin destacar. La maestra no sabe que le encantan las mates,
ni que podría hacer todas las operaciones en dos minutos porque se esconde. No
la descubrirán excepto si ella se equivoca o si cambian las condiciones.
6.- A ha empezado
Primero de la ESO. Querría ser científico e inventar algún remedio para alguna
enfermedad o para mejorar la calidad de vida de la gente pero esto no lo sabe
nadie del instituto y nadie lo podría ni intuir porque parece que su actuación
habitual va en dirección contraria. Sus resultados son negativos, no hace los
trabajos encargados, en clase su actitud no corresponde a alguien que quiere
tener buenos resultados. Mimetiza con los “malotes” y es el mejor entre ellos
porque no quiere que reconozcan sus capacidades. Hay algún momento en el que se
equivoca y muestra quién es haciendo una aportación muy positiva en la clase, da
una opinión elaborada o hace una pregunta más allá de lo que se está explicando
o hace una relación poco habitual y está enfocado por unos momentos, pero
enseguida vuelve a mimetizar con el comportamiento disruptivo con el que ha
conseguido que le relacionen.
7.- N está en
Segundo de la ESO. Le encantan las motos, quiere ser ingeniero mecánico y le
gustaría saber física para mejorar la estabilidad y frenado de las motos. En
clase pasa desapercibido. Hace lo que toca pero sin pena ni gloria y en los
exámenes sus notas son muy justas. No ha estudiado nunca. Hasta ahora, en clase
escucha un poco y se le enganchan los contenidos. No hace ningún esfuerzo. A
menudo, no presenta los trabajos propuestos o los presenta con una calidad muy
baja. A pesar de saber que podría sacar mejores resultados no lo intenta porque
no quiere perder el anonimato.
8.- C está
en Cuarto de la ESO. Es de alto rendimiento pero siempre mira al suelo. Nunca
hace aportaciones espontáneas. Cuando es requerida, contesta correctamente.
Como es políticamente correcta, siempre presenta los trabajos con máxima
calidad, su actitud a clase es muy buena y la resolución de los exámenes es más
que satisfactoria. No participa nunca en las sesiones previas al control.
Intenta pasar desapercibida en clase.
Aquí habéis
visto ocho situaciones en las que niños y jóvenes quieren pasar desapercibidos
y que no calibran que el hecho de no mostrarse como son puede ser perjudicial
para ellos. Si no dejan que les reconozcan, no podrán atender sus necesidades.
Muchos quieren pasar desapercibidos y mimetizar con la pared, ser invisibles. Para
otros esta invisibilidad querida les protege de ser un mono de feria que debe exponerse
al exterior.
Buscamos que
estos niños y jóvenes puedan mantener el equilibrio entre lo que son y que lo
pueden expresar en su entorno sin perder su esencia. Cuando son pequeños,
algunos no pueden poner palabras a ciertos hechos, y la intuición les hace
actuar sin que puedan definir el porqué. A partir de aquí, la repetición
siempre es más fácil.
Docentes
formados y sensibilizados podrían buscar el momento en el que bajan la guardia
y leer entre líneas, pero esto no se suele dar. Es por eso que creemos que los centros
educativos habiendo escuchado a las familias tendrían que crear su vínculo para
poder observar el niño real, no la imagen que proyecta.
En
castellano hay un refrán que dice "Donde fueres haz lo que vieres".
Si en la escuela nadie habla... no se habla; si preguntar está mal visto... no
se pregunta; si leer o estudiar está mal visto... no me desmarco; y si no me ve
nadie puedo ir perdiendo mi esencia, o esconderla y olvidarme de ser yo mismo o
no poderme construir. Ser diferente no es una opción. Lo viven como un
despropósito.
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