jueves, 1 de junio de 2023

El tiempo de patio, un tiempo educativo. (Padres y docentes)

 

Para muchos docentes el tiempo de patio de los alumnos de altas capacidades es un problema. Empieza siendo un momento de observación que nos llama la atención.

 

La mayoría de los niños usan el tiempo de patio, sin ser conscientes, para autorregularse: el movimiento, la relación social y la alimentación son tres de las ocupaciones habituales entre los niños en tiempos de patio. Pero no todos lo viven del mismo modo. Ni siquiera todos los alumnos de altas capacidades no lo viven de la misma manera. Vamos a ver cuatro casos de alumnos identificados con altas capacidades:

 

1.- niño identificado con buenas habilidades sociales.-

Su tiempo de patio es muy parecido al de sus compañeros. Si además es un chico y le gusta el fútbol, baloncesto o balonmano (lo que se juegue en el patio de la escuela) todavía es más adaptado. Su tiempo de patio se circunscribe a jugar a pelota (los días en que se puede, porque hay centros que lo tienen limitado) y los días que no hay pelota también juega con los compañeros. Si es una niña tiene un grupo con quien juega o habla en el tiempo de patio. Están contentos, les gusta el tiempo de patio e, incluso, puede ser el mejor momento del día en la escuela.

 

2.- niño identificado con dificultades en las habilidades sociales.-

El tiempo de patio es un momento para socializar por excelencia pero algunos alumnos no tienen habilidades en la aproximación a los iguales o en el mantenimiento de la comunicación.  Empiezan yendo al patio con algunos compañeros pero cuando llegan y pasan unos minutos... ya están solos. Los demás no cuentan con ellos porque no son “una buena compañía”. Hay niños que suelen tener dificultades de relación en el tiempo de patio. Cada día hay quejas de los compañeros o de ellos mismos. Quisieran estar acompañados pero no saben cómo hacerlo o los demás no los quieren. Quieren jugar con otros niños-niñas pero no les dejan, y a veces, ya ni lo intentan...

 

3.- niño identificado que necesita su tiempo a solas.-

Este niño puede tener la impresión de que ya ha estado “aguantando” toda la mañana a sus compañeros y necesita un tiempo de descanso. Está saturado. Aprovecha para evadirse. Conocí un niño que dedicaba su tiempo de patio a buscar “bichos bola”, otro paseaba solo alrededor del patio y observaba sus compañeros “desde fuera”. Otro, decía que jugaba al fútbol pero estaba fuera y hacía “de árbitro en la sombra, de público y de marcador”. Suelen estar bien solos o poco acompañados. Para ellos no es un problema.

 

4.- niño identificado que se recarga con la lectura.-

Hay niños que necesitan evadirse con la imaginación viviendo otras realidades a partir de un libro. Salen al patio con el libro bajo el brazo y leen en un rincón lejos del ruido del patio, al sol o a la sombra. Se regeneran y preferirían que no acabara este  tiempo de patio porque es un tiempo de oxígeno para él/ella. Suele estar contento con esta situación, no le duele ni quiere otra situación. Le cuesta parar de leer cuando se le acaba el patio y volver a la realidad.

 

Nuevamente necesitamos la lupa para ver cuáles son sus necesidades. Los clásicos decían que todo tenía que ser en la justa medida. Nos toca observar, escuchar, acompañar. Hay que actuar enseguida con aquellos que sufren, con aquellos a los que les duele la situación, y darles herramientas para que puedan mejorar y cambiar. Conducirles amablemente es esencial. El VÍNCULO nos ayuda siempre. Este curso, la tutora de un alumno de Cuarto de Primaria creó un plan de actividades para el tiempo de patio de un alumno: ajedrez, juegos de mesa, actividades plásticas, juegos de movimiento o de interacción con objetos (aros, tres en raya, juegos de mesa...), también se le han propuesto retos en general o con base Pokémon (uno de sus intereses), también le podríamos proponer la creación de un hotel de insectos conectado con ciencias naturales y plástica (recogida de hormigas...). Tenemos que tener en cuenta que debemos posibilitar también el hecho de aligerar la tensión motriz... La propuesta de concretar qué hacer cada día fue muy positiva. Esta intervención educativa ha conseguido que esté más tranquilo porque sabe qué hacer cada día y en algún caso hasta conecta con compañeros por intereses comunes (ajedrez, plástica, retos Pokemon, retos en general, juegos de la carretilla) y a pesar de ha bajado la “siniestralidad” en los momentos de patio no hemos solucionado el tema. Es una primera fase. La primera propuesta de la familia era venir a buscarle en los tiempos de patio, pero esto no ayudaba a la resolución del problema, sin querer lo agravaba. La propuesta de la maestra era completa pero requería seguimiento y a la vez distancia para que se sintiera autónomo. El acompañamiento es imprescindible pero a veces se trata más de “encarrilamiento” (poner sobre las vías). Él está relativamente cómodo en esta situación porque antes se sentía un problema y ahora ya no lo es. Aun así, le gustaría poder compartir actividades con los otros. Observa que todos los demás chicos juegan al fútbol y él se siente un “bicho raro”. Hay que trabajar sus necesidades... la maestra está haciendo un muy buen trabajo de observación, adecuación, de acoger-permitir-dar espacio-poner en contacto y a la vez proteger (de él y de los demás); mientras tanto, va haciendo pasos para que el tiempo de patio no sea un tiempo problemático sino un tiempo querido-disfrutado-deseado y, poco a poco, también compartido con los compañeros.

Cuando empezamos a poner la lupa en cómo viven los niños el tiempo de patio, está claro que este tiempos y espacio, en esencia, requiere una reflexión a fondo y unas propuestas claramente inclusivas... Hoy hablamos de dinamización de patios, de espacios más allá del fútbol o baloncesto... que ofrezcan diferentes propuestas para que todos los niños puedan disfrutar de este tiempo de recreo entre clases. ¡Estamos en el buen camino, continuemos adelante!




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