Para muchos docentes el tiempo de patio de los alumnos de altas capacidades es un problema. Empieza siendo un momento de observación que nos llama la atención.
La mayoría
de los niños usan el tiempo de patio, sin ser conscientes, para autorregularse:
el movimiento, la relación social y la alimentación son tres de las ocupaciones
habituales entre los niños en tiempos de patio. Pero no todos lo viven del
mismo modo. Ni siquiera todos los alumnos de altas capacidades no lo viven de
la misma manera. Vamos a ver cuatro casos de alumnos identificados con altas
capacidades:
1.- niño
identificado con buenas habilidades sociales.-
Su tiempo de
patio es muy parecido al de sus compañeros. Si además es un chico y le gusta el
fútbol, baloncesto o balonmano (lo que se juegue en el patio de la escuela)
todavía es más adaptado. Su tiempo de patio se circunscribe a jugar a pelota
(los días en que se puede, porque hay centros que lo tienen limitado) y los
días que no hay pelota también juega con los compañeros. Si es una niña tiene
un grupo con quien juega o habla en el tiempo de patio. Están contentos, les
gusta el tiempo de patio e, incluso, puede ser el mejor momento del día en la
escuela.
2.- niño
identificado con dificultades en las habilidades sociales.-
El tiempo de
patio es un momento para socializar por excelencia pero algunos alumnos no
tienen habilidades en la aproximación a los iguales o en el mantenimiento de la
comunicación. Empiezan yendo al patio
con algunos compañeros pero cuando llegan y pasan unos minutos... ya están
solos. Los demás no cuentan con ellos porque no son “una buena compañía”. Hay
niños que suelen tener dificultades de relación en el tiempo de patio. Cada día
hay quejas de los compañeros o de ellos mismos. Quisieran estar acompañados
pero no saben cómo hacerlo o los demás no los quieren. Quieren jugar con otros
niños-niñas pero no les dejan, y a veces, ya ni lo intentan...
3.- niño
identificado que necesita su tiempo a solas.-
Este niño puede
tener la impresión de que ya ha estado “aguantando” toda la mañana a sus
compañeros y necesita un tiempo de descanso. Está saturado. Aprovecha para
evadirse. Conocí un niño que dedicaba su tiempo de patio a buscar “bichos
bola”, otro paseaba solo alrededor del patio y observaba sus compañeros “desde
fuera”. Otro, decía que jugaba al fútbol pero estaba fuera y hacía “de árbitro en
la sombra, de público y de marcador”. Suelen estar bien solos o poco
acompañados. Para ellos no es un problema.
4.- niño
identificado que se recarga con la lectura.-
Hay niños
que necesitan evadirse con la imaginación viviendo otras realidades a partir de
un libro. Salen al patio con el libro bajo el brazo y leen en un rincón lejos
del ruido del patio, al sol o a la sombra. Se regeneran y preferirían que no acabara
este tiempo de patio porque es un tiempo
de oxígeno para él/ella. Suele estar contento con esta situación, no le duele
ni quiere otra situación. Le cuesta parar de leer cuando se le acaba el patio y
volver a la realidad.
Nuevamente necesitamos
la lupa para ver cuáles son sus necesidades. Los clásicos decían que todo tenía
que ser en la justa medida. Nos toca observar, escuchar, acompañar. Hay que
actuar enseguida con aquellos que sufren, con aquellos a los que les duele la
situación, y darles herramientas para que puedan mejorar y cambiar. Conducirles
amablemente es esencial. El VÍNCULO nos ayuda siempre. Este curso, la tutora de
un alumno de Cuarto de Primaria creó un plan de actividades para el tiempo de
patio de un alumno: ajedrez, juegos de mesa, actividades plásticas, juegos de
movimiento o de interacción con objetos (aros, tres en raya, juegos de mesa...),
también se le han propuesto retos en general o con base Pokémon (uno de sus
intereses), también le podríamos proponer la creación de un hotel de insectos conectado
con ciencias naturales y plástica (recogida de hormigas...). Tenemos que tener
en cuenta que debemos posibilitar también el hecho de aligerar la tensión
motriz... La propuesta de concretar qué hacer cada día fue muy positiva. Esta
intervención educativa ha conseguido que esté más tranquilo porque sabe qué
hacer cada día y en algún caso hasta conecta con compañeros por intereses
comunes (ajedrez, plástica, retos Pokemon, retos en general, juegos de la
carretilla) y a pesar de ha bajado la “siniestralidad” en los momentos de patio
no hemos solucionado el tema. Es una primera fase. La primera propuesta de la
familia era venir a buscarle en los tiempos de patio, pero esto no ayudaba a la
resolución del problema, sin querer lo agravaba. La propuesta de la maestra era
completa pero requería seguimiento y a la vez distancia para que se sintiera
autónomo. El acompañamiento es imprescindible pero a veces se trata más de “encarrilamiento”
(poner sobre las vías). Él está relativamente cómodo en esta situación porque
antes se sentía un problema y ahora ya no lo es. Aun así, le gustaría poder
compartir actividades con los otros. Observa que todos los demás chicos juegan
al fútbol y él se siente un “bicho raro”. Hay que trabajar sus necesidades...
la maestra está haciendo un muy buen trabajo de observación, adecuación, de
acoger-permitir-dar espacio-poner en contacto y a la vez proteger (de él y de
los demás); mientras tanto, va haciendo pasos para que el tiempo de patio no
sea un tiempo problemático sino un tiempo querido-disfrutado-deseado y, poco a
poco, también compartido con los compañeros.
Cuando
empezamos a poner la lupa en cómo viven los niños el tiempo de patio, está
claro que este tiempos y espacio, en esencia, requiere una reflexión a fondo y
unas propuestas claramente inclusivas... Hoy hablamos de dinamización de
patios, de espacios más allá del fútbol o baloncesto... que ofrezcan diferentes
propuestas para que todos los niños puedan disfrutar de este tiempo de recreo
entre clases. ¡Estamos en el buen camino, continuemos adelante!
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