Ante las actividades
extraescolares muchos padres se preguntan si tienen que explicar a los
monitores de estas actividades que su hijo o su hija tiene altas capacidades. ¿No
es un acto de vanidad? ¿De verdad es importante? ¿No merece la pena que pasen
desapercibidos?
Aquí tenéis unos ejemplos reales
que os pueden ayudar a sacar vuestras propias conclusiones:
- L hace gimnasia artística de
competición. Cada vez los ejercicios son más difíciles. La han pasado de grupo
y ahora es la más pequeña en un grupo de “mayores”. Para ir subiendo de
dificultad necesita su tiempo. Se va acercando, va cogiendo confianza pero si
la aprietan se bloquea. Es importante que además del vínculo, la entrenadora le
diga que sabe que necesita su tiempo (que no es demasiado) y hablen de cuándo
cree que lo tendrá. Sabemos, es lo que ha pasado hasta ahora, que cuando lo
tiene, lo clava.
- D juega al fútbol y es el
portero de un equipo recién formado. Las líneas no están claras y menos la
defensa, por lo que cada semana le marcan muchos goles. Lo lleva muy mal. Algunos
piensan que no sabe perder. En paralelo ha empezado a jugar al ajedrez. Aquí
encaja muy bien las derrotas. Dice que los otros son más buenos y que hace más
tiempo que juegan. Incluso dice que algunos juegan muy bien. Dice que los otros
son muy buenos y le ganan pero que cuando él sepa más también ganará. De hecho
ha llegado a ir al Campeonato de Cataluña y su actitud ha estado ejemplar tanto
cuando ha ganado como cuando ha perdido.
- C nació bailando (o esto dicen
sus padres). Es lo que más le gusta y por fin sus padres la han apuntado a
ballet. Ella se esfuerza y aprende rápidamente las coreografías, por eso aquel
mes en el que se repasa para el festival sufre mucho porque ella se las sabe
desde el primer día; pero otras niñas no ponen interés, se equivocan, no están
atentas... Si la maestra no habla con ella y la frena puede salir cualquier día
por peteneras porque se va calentando y no puede más, cada día es el mismo.
Pero si la maestra le ofrece la posibilidad de hacer otros papeles si alguna
niña falla, ver algunos vídeos en casa de ballets famosos...es un detalle que
seguro que agradece.
- A O le expulsaron de la escuela
por problemas de conducta. En cambio en el fútbol sólo le han sacado una
tarjeta amarilla en toda la temporada y fue para defender un compañero. El
entrenador con quien ha hecho muy buen vínculo le controla con la mirada. Le
sabe frenar (cosa que en la escuela no pudieron hacer). En paralelo fuimos
trabajando técnicas para el control de la ira que practicaba en el campo de
fútbol. Al final de los entrenamientos, muchas veces hablaba unos minutos con
él y veían qué podían hacer para no saltar y le felicitaba por instantes
concretos en los que había aguantado bien.
- A está acabando la ESO. En el
instituto dicen que no se sabe relacionar con los compañeros. Pero por el
contrario se apuntó a hacer de ayudante del monitor de tenis en el club de su población.
Aquel chico en apariencia arisco, es muy amable y trabaja tanto la técnica como
la relación con los niños. Es muy bien valorado por ellos.
- A tiene mucha habilidad con el
movimiento. Le encanta la danza pero cuando aprende una técnica nueva lo que
quiere es aplicarla a su manera. No le gustan las coreografías hechas, a ella
le gusta crearlas, pensarlas y hacerlas. Ha estado a punto de dejar las clases
porque no quiere repetir pasos, ella quiere bailar. Si la maestra no la sabe
llevar, que no es que le permita hacer lo que quiera, quizás la niña perderá la
oportunidad de disfrutar con la danza.
¿A qué conclusión habéis llegado?
Yo soy partidaria de comunicarlo
desde la humildad, porque tienen características poco habituales que sin
conocimientos sobre el tema se pueden ver como un capricho, o incluso los podan
tildar de maleducados por su intensidad, su rigidez, su hipersensibilidad o su
autoexigencia. Los monitores o entrenadores necesitan ser conocedores de la
situación y saber cómo tratarlos y sobre todo como no tratarlos.
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