La detección y el manejo de las
emociones es una gran asignatura pendiente de pequeños y mayores. Ahora ya
forman parte del currículum de muchas escuelas a nivel preescolar o en la
primaria y en la secundaria se disfraza de tutoría. Pero si bien, puede ser un
trabajo escolar siempre debe nacer en la familia donde los tempos pueden ser
más amplios y la personalización de la educación contiene toda la extensión de
la palabra.
La mayoría de los niños de altas
capacidades tienen un muy buen desarrollo del lenguaje oral. Gustan de
racionalizar lo que pasa a su alrededor y saber qué nombre tiene. A menudo les
gusta utilizar un vocabulario muy rico y preciso y a veces se enfadan porque no
encuentran la palabra que buscan para identificar una cosa, una acción o un
pensamiento. Por esto la primera cosa que trabajaremos con ellos es la
identificación de emociones. Qué nombre tienen, qué significan, cómo se
muestran, en qué casos pueden aparecer… Algunos prefieren empezar por los
demás. De hecho es más fácil ver las emociones en una situación externa vivida
o en un capítulo de una serie o en una película. Es fácil parar y hablar de
ello. Primero lo vemos de un tirón y después vamos comentando y parando. A
veces son muy claras, otras pueden estar mezcladas… esto es la vida. Si son muy
pequeños con la identificación será suficiente, pero pronto podremos empezar a analizar
cómo han reaccionado y qué otras opciones tenían. A partir de aquí, podemos
empezar a preparar qué opción hubiera escogido él o ella si se encontrara en
esa situación. Todos tenemos nuestro carácter y tenemos opciones que nos son
más posibles que otras. No hay opciones buenas y malas (sí las hay pero ahora no
es el caso), hay opciones más o menos adecuadas a nuestro estilo y a lo que
queremos responder o entendemos que debemos responder.
Es importante hacer este trabajo
con todos los hijos pero de una manera especial con los de altas capacidades,
pero sobretodo con aquellos niños y niñas que son más rígidos e impulsivos… Éstos
son los que tienen que entrenar y pensar antes porque en el momento no saben
hacerlo, no pueden hacerlo; y tal vez si puedan echar mano de lo preparado en
casa…
El primer paso es la
identificación en ellos y en los demás. No es fácil pero es muy útil. Después
vendrá la gestión de estas emociones. Podemos trabajar para que nuestros hijos
e hijas tengan unos buenos cimientos emocionales.
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