lunes, 26 de octubre de 2020

Hipersensibilidad sensorial: el tacto (Padres y Docentes)

 

Para muchos alumnos de altas capacidades la hipersensibilidad sensorial puede ser una situación que viven con cierta dificultad. Hoy hablaremos de la hipersensibilidad al tacto.

Un niño que sufra este tipo de alteraciones puede reaccionar de manera exagerada ante varios estímulos. Recibirá los estímulos del entorno a una manera más intensa que pueden incluso provocarle dolor físico. El cerebro recibe una cantidad enorme de información sin filtrar el que provoca fatiga rápidamente. Las reacciones son vistas como exageradas y muy a menudo incomprendidas.

Las zonas de las manos, los pies, el cuello o los brazos son muy sensibles. Estas zonas están fácilmente irritadas. A menudo se combina con piel atópica.

En casa, es muy evidente porque desde siempre muestran desagrado al vestir con según qué tejidos, presentan problemas con las costuras de la ropa interior, de los calcetines... y las etiquetas son un elemento a eliminar. Las familias no suelen asociar estos hechos con las altas capacidades, a pesar de que la hipersensibilidad sensorial puede mostrarse fuera de ellas.

Los hay que necesitan contacto físico. Tienen que tocar las cosas y las personas compulsivamente sin razón aparente. Les da seguridad. Algunos, en un momento de tensión necesitan un abrazo para rebajarla, mientras que otros necesitan aislarse y rehuyen el contacto físico.

Hay situaciones en las que ellos no pueden poner palabras porque el sentimiento va antes de que la razón y no procesan lo que les pasa. El asco es tan intenso que no pueden soportarlo. Y aquí empiezan a entrar situaciones que pueden vivir en la escuela o en el parque. Si tenemos un niño que no se limpia los mocos o que lo hace con la manga de la bata, si se pone en la boca el lápiz o el bolígrafo o lo muerde, si le sudan las manos... pueden presentar actuaciones de evitación a veces muy poco políticamente correctas.

Hay texturas que algunos evitan (y en la escuela no son evitables). Tocar el barro que se va secando en las manos los puede ser muy desagradable. Para otros es la arena, la hierba, la plastelina o la pintura. Y ahora que llega la Castañada y en muchas escuelas catalanas hacen panellets, quizás este año no por el tema del coronavirus, aquella masa de patata hervida o boniato donde se ponen las manos... vuelve a ser un momento que algunos viven con especial desagrado. Es absurdo obligarles porque podemos provocar una situación innecesaria. La cara de asco o los gritos pueden ser un poema...

Pero no es solo en las manos... a algunos les cuesta andar sobre arena, hierba, pequeñas piedrecillas descalzos.

Es curioso porque algunos cuando tienen frío les baja la temperatura corporal. Cuando J tiene las manos frías el termómetro marca 35 grados. Como si fuera un pez...

En la escuela, sería ideal que a través del vínculo y de las sesiones de tutoría personalizadas consiguiéramos la información de cómo se siente en estas situaciones, o de cómo podríamos solucionar estas situaciones. Quizás tiene alguna salida posible pensada o está abierto a escuchar posibilidades y ensayarlas.

En casa, en aquellos momentos de antes de ir a dormir que sabemos que bajan la guardia, o como decía A cuando su mamá le seca los cabellos después de la ducha, pueden ser momentos para comentar como se sienten, como lo llevan, como lo podríamos mejorar... Qué podemos hacer desde fuera y qué puede hacer desde dentro.

También pueden presentar problemas en situaciones donde hay mucha gente y muy próxima físicamente. Por eso evitan centros comerciales en fechas señaladas, fiestas populares como la Cabalgata de Reyes, el Carnaval, actos de la Fiesta Mayor...

No es un capricho, es hipersensibilidad. Cuando les ayudamos a convivir con esta realidad y mejorar cuando se puedan sus efectos, les ayudamos atendiendo sus necesidades que no son solo cognitivas.




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