Para muchos alumnos de altas
capacidades la hipersensibilidad sensorial puede ser una situación que viven
con cierta dificultad. Hoy hablaremos de la hipersensibilidad al tacto.
Un niño que sufra este tipo de
alteraciones puede reaccionar de manera exagerada ante varios estímulos.
Recibirá los estímulos del entorno a una manera más intensa que pueden incluso
provocarle dolor físico. El cerebro recibe una cantidad enorme de información
sin filtrar el que provoca fatiga rápidamente. Las reacciones son vistas como
exageradas y muy a menudo incomprendidas.
Las zonas de las manos, los pies,
el cuello o los brazos son muy sensibles. Estas zonas están fácilmente
irritadas. A menudo se combina con piel atópica.
En casa, es muy evidente porque
desde siempre muestran desagrado al vestir con según qué tejidos, presentan
problemas con las costuras de la ropa interior, de los calcetines... y las etiquetas
son un elemento a eliminar. Las familias no suelen asociar estos hechos con las
altas capacidades, a pesar de que la hipersensibilidad sensorial puede
mostrarse fuera de ellas.
Los hay que necesitan contacto
físico. Tienen que tocar las cosas y las personas compulsivamente sin razón
aparente. Les da seguridad. Algunos, en un momento de tensión necesitan un
abrazo para rebajarla, mientras que otros necesitan aislarse y rehuyen el
contacto físico.
Hay situaciones en las que ellos
no pueden poner palabras porque el sentimiento va antes de que la razón y no
procesan lo que les pasa. El asco es tan intenso que no pueden soportarlo. Y
aquí empiezan a entrar situaciones que pueden vivir en la escuela o en el parque.
Si tenemos un niño que no se limpia los mocos o que lo hace con la manga de la
bata, si se pone en la boca el lápiz o el bolígrafo o lo muerde, si le sudan
las manos... pueden presentar actuaciones de evitación a veces muy poco
políticamente correctas.
Hay texturas que algunos evitan
(y en la escuela no son evitables). Tocar el barro que se va secando en las
manos los puede ser muy desagradable. Para otros es la arena, la hierba, la
plastelina o la pintura. Y ahora que llega la Castañada y en muchas escuelas
catalanas hacen panellets, quizás este año no por el tema del coronavirus,
aquella masa de patata hervida o boniato donde se ponen las manos... vuelve a
ser un momento que algunos viven con especial desagrado. Es absurdo obligarles
porque podemos provocar una situación innecesaria. La cara de asco o los gritos
pueden ser un poema...
Pero no es solo en las manos... a
algunos les cuesta andar sobre arena, hierba, pequeñas piedrecillas descalzos.
Es curioso porque algunos cuando
tienen frío les baja la temperatura corporal. Cuando J tiene las manos frías el
termómetro marca 35 grados. Como si fuera un pez...
En la escuela, sería ideal que a
través del vínculo y de las sesiones de tutoría personalizadas consiguiéramos
la información de cómo se siente en estas situaciones, o de cómo podríamos
solucionar estas situaciones. Quizás tiene alguna salida posible pensada o está
abierto a escuchar posibilidades y ensayarlas.
En casa, en aquellos momentos de
antes de ir a dormir que sabemos que bajan la guardia, o como decía A cuando su
mamá le seca los cabellos después de la ducha, pueden ser momentos para
comentar como se sienten, como lo llevan, como lo podríamos mejorar... Qué
podemos hacer desde fuera y qué puede hacer desde dentro.
También pueden presentar
problemas en situaciones donde hay mucha gente y muy próxima físicamente. Por
eso evitan centros comerciales en fechas señaladas, fiestas populares como la
Cabalgata de Reyes, el Carnaval, actos de la Fiesta Mayor...
No es un capricho, es
hipersensibilidad. Cuando les ayudamos a convivir con esta realidad y mejorar
cuando se puedan sus efectos, les ayudamos atendiendo sus necesidades que no
son solo cognitivas.
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