jueves, 15 de octubre de 2020

Dificultades de autocontrol (Padres y Docentes)

 

Los niños y jóvenes de altas capacidades suelen ser intensos, hipersensibles, rígidos, paladines de la justicia... esta combinación en mayúsculas, como todo lo que viven, forma un cóctel explosivo para las pequeñas cosas de cada día, sobre todo cuando añadimos la guinda de una memoria de elefante.

 

Hoy hablaremos de las dificultades de autocontrol. Normalmente cuando hablamos con ellos nos entienden. Su cerebro nos entiende pero muy a menudo su cuerpo todavía no está preparado para hacer el que su cabeza entiende. A esto lo llamamos disincronia. La cognición, la emocionalidad y la parte física pueden estar en tres tiempos diferentes de evolución. Ésto les suele hacer sufrir mucho.

 

Aunque quieran, no pueden pasar de largo o mirar hacia otro lado cuando encuentran una situación de injusticia que puede no afectarles directamente, sino que afecta a un compañero, o a alguien más débil. Aunque hayan salido escaldados en ocasiones anteriores, no lo pueden evitar. Se sienten interpelados personalmente, a pesar de que a menudo acaban sufriendo las consecuencias que quizás no reciben los que se estaban peleando o estaban implicados directamente en los hechos porque ellos son muy intensos y les es muy difícil frenar.

 

Otras veces sienten las miradas de otros o sus comentarios como ataques (a veces puede ser cierto, pero otras veces son casualidades). Suelen hacer una lectura negativa y obran en consecuencia, a veces, con intensidad o impulsividad.

 

Necesitamos conocer bien las características de los niños y jóvenes de altas capacidades porque sino podemos minimizar sus sentimientos y no los podremos acompañar en el proceso de resolver estas situaciones de descontrol que les hacen sufrir mucho. Ven el problema después pero no aciertan a verlos venir. A menudo este trabajo se hace en casa pero tiene que ser acompañado o al menos conocido desde la escuela.

 

Todo de golpe no lo vamos a poder resolver, pero fuera del momento de tensión, tenemos que hablar con el niño o joven sobre lo que ha ocurrido. Algunos no quieren hablar porque los recuerda el que han hecho mal, o se sienten juzgados o acusados. Hay que ir preparando el momento, y es muy importante que colabore. Quizás al principio sólo puede escuchar, pero poco a poco, necesitamos que lo procese y haga suyo el problema para llegar a encontrar una solución. No podemos hacer reproches, ni utilizar un tono de reñir. Tenemos que escuchar, acoger lo que dice; que no quiere decir ni reafirmarlo ni estar de acuerdo. Cada situación es diferente. Tenemos que saber escuchar y poco a poco irle llevando a ver la realidad objetiva: qué ha ocurrido. La culpa no siempre es de él, pero tampoco siempre es de los demás. Con este tiempo de reflexión en voz alta tendríamos que poder definir qué ha pasado y cuáles han sido las causas. También tendremos que buscar como lo podríamos haber solucionado. Buscar diferentes opciones para que él encuentre qué solución puede aplicar. Hay que buscar soluciones para la próxima vez, porque aunque no queramos... habrá una próxima vez...

 

Hay que hablar con su cerebro, que nos entiende; y su cerebro y él ya se irán poniendo de acuerdo. Recordad que tiene un pensamiento constante y nuestras charlas pueden ser buena leña para quemar.

 

Cómo se podía haber evitado, cómo se han sentido todos los participantes  en esta situación; si han contravenido alguna norma; si ahora, viendo las consecuencias habría actuado igual... Posiblemente en otro momento podremos hablar de la memoria de elefante para recordar los agravios o lo que le han ido haciendo a lo largo de los años, unos y otros... pero ésto será tema de otro post.

 


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