jueves, 8 de febrero de 2024

Jueves 8 de febrero Acompañamiento en las altas capacidades


Los humanos somos seres sociales. Nacemos acompañados, querríamos morir rodeados de los nuestros, y vivimos siempre cercados de gente. Parte de lo que somos proviene de cómo nos ven los otros. Nosotros lo recibimos, lo procesamos, y acaba formando parte de cómo somos.

La realidad de las personas con altas capacidades hace que desde muy pequeños vean que no son iguales que sus “iguales”, que sus reacciones son muy intensas, que el entorno les llega con mucha intensidad, que les cuesta cambiar de opinión (rigidez), que todo les interesa o les interesa todo de un tema en concreto (el espacio, los dinosaurios, la mitología, Egipto, las campanas extractoras, el Titánic...). Uno de ellos me dijo un día: “yo soy una pieza de un puzle pero no soy del puzle de mi clase”. Sólo tenía cinco años y explicó con una imagen muy clara cómo se sentía.

Estas características peculiares hacen que sea muy oportuno compartirlas con la familia pero a menudo no tienen conocimientos para encajar esta situación o saber si es específica de su hijo/a o fruto de las altas capacidades; si es una cosa a solucionar o para aprender a convivir con ella...

Por eso creo que es muy importante el acompañamiento de la familia y del niño o joven como protagonista de su vida.

Aprender a encajar la intensidad, sobre todo cuando son pequeños y no tienen control puede ser muy difícil. Otros niños son políticamente correctos y, con ellos el miedo es que dejen de ser ellos mismos para complacer a los otros. De hecho, decimos que no tienen minúsculas, que solo tienen mayúsculas. Todo es extremo. Son capaces de las más grandes alegrías y de las más profundas tristezas. Pasan del blanco al negro sin disfrutar de la grande gama de grises. Y se pueden quedar enganchados en situaciones pensando que no pueden salir.

Cuando son mayores su cabeza sabe lo que tiene que hacer pero su cuerpo no lo sabe hacer, o no está dispuesto a hacerlo (no quiere). Hay que transitar por este tiempo sin estropearlo todo y no es fácil. Algunos saben cómo llevarnos a los adultos al límite porque van directos a nuestra línea de flotación. Los “no me quieres”, “quieres más a mi hermano o a tu trabajo”, “el móvil siempre es antes que yo”, “no sé por qué he nacido”, “si me muriera no lo notaríais”... van a nuestra línea de flotación pero no van contra nosotros es su manera de decir S.O.S.. Esta lectura no es nada fácil de hacer porque atacan nuestra vulnerabilidad. Por eso es positivo estar acompañados. Poder hablar con alguien que pueda hacer una lectura real de lo que está pasando y nos dé herramientas, a nosotros y a él/ella, para seguir adelante sin morir en el intento. Los niños lo pasan muy mal en estos momentos de descontrol o después de ellos y cuando nos piden perdón, a menudo lloran amargamente pero en diez minutos pueden volver a cometer el mismo error. ¿Qué pasa? ¿Por qué no usan su prodigiosa memoria? Parece que no tienen herramientas que puedan usar, que la emoción les pega un revolcón como las olas en la playa. Y a menudo a nosotros, padres o maestros, también.

El acompañamiento no es una varita mágica pero es un tiempo y un espacio para reflexionar, observar y proponer acciones que les puedan ayudar con un técnico que conozca la situación.

Si lo necesitáis podéis contar con nosotros. Podéis pedirnos información a atencioaltescapacitats@gmail.com o al 646486159.




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