Hoy recordamos a Pere Puig y Adam que nació en Barcelona tal
día como hoy del año 1900. Fue pedagogo y matemático. Fue una figura capital de
la didáctica de las Matemáticas y de la renovación pedagógica y todavía hoy,
sus planteamientos pedagógicos, tan avanzados en aquel momento, son referencia
obligada.
Muchos niños y jóvenes de altas capacidades que presentan
superdotación tienen buenos niveles en el área lógico-matemática. De entre los
niños y jóvenes que tienen talentos algunos presentan talento matemático. Éstos
son los que disfrutan con los números. He conocido muchos... y tienen historias
muy curiosas.
Uno de ellos solo escuchaba a su mamá cuando ella ponía
números en la frase: “!Te tengo que decir dos cosas!”.
Otro tenía contado el mobiliario urbano que había en el
camino de casa a la escuela: farolas, papeleras, señales... y también le
gustaba contar los escalones de las escaleras.
Muchos disfrutan con los problemas y los cálculos que a
menudo hacen de memoria. Algunos de ellos no son capaces de saber cómo han
llegado a un resultado determinado (que suele ser acertado). Yo les propongo
que escriban el resultado que les sale y después a continuación intenten
hacerlo sobre el papel como se lo han explicado en clase, como lo deben hacer
sus compañeros.
Muchos son autodidactas e infieren o deducen procesos, pero
a muchos de ellos no se llega por esta vía. Una niña de I3 me preguntó
preocupada por qué ya hacía días que iba a la escuela de los mayores y nadie le
había explicado nada de los números mayúsculos. Sabía que había letras
mayúsculas y minúsculas, y pensaba que con los números sería lo mismo. Le
tuvieron que explicar que hay diferentes tipos de números pero no hay números mayúsculos
ni minúsculos. Un niño que había inferido las tablas de multiplicar le
brillaron los ojos en clase cuando escuchó cómo funcionaba la multiplicación de
la unidad seguida de ceros. ¡Él no había caído!
Cuando les proponemos participar en concursos matemáticos,
como las Pruebas Cangur en Cartaluña, muchos están muy contentos pero otros lo
combinan con el miedo al error o al fracaso que puede ser paralizante. Con
ellos habrá que hacer un trabajo de escucha activa y de acompañamiento a través
de la acción docente o tutorial.
Hay alumnos que disfrutan buscando otras maneras de hacer
las cosas o de resolver los ejercicios mientras que otros no lo intentan porque
son muy normativos, rígidos y les gusta complacer a los adultos y solo harán
las cosas como ellos les indiquen. Si los docentes no les dan la indicación
directa nunca lo intentarán y no es que no lo puedan hacer sino que se
autocensuran. Hay otros que son los reyes del “y si...” y parecen disruptivos
en el aula porque siempre tienen “ideas de bombero” (divergentes) e intentan
hacer las cosas de manera diferente a cómo se les ha propuesto en clase.
Los hay que disfrutan con el cálculo, otros con los
procesos, otros quieren saber de dónde salen las fórmulas... Dentro del talento
matemático hay mucha variedad, después se combina con el resto de características
personales de cada cual y esto justifica que hayamos de poner la lupa en cada
uno de ellos para poderles acompañar para que puedan desarrollar todas sus
capacidades.
También encontramos alumnos que no quieren destacar. Observad
este caso:
En clase, la maestra propone una tarea que repetirán una vez
por semana. Se trata de una hoja de operaciones que tendrán que calcular
durante dos minutos cronometrados. Después ella nos dijo que no lo hizo
expresamente ni de forma muy meditada, pero puso en marcha una estrategia
respeto esta actividad. Una vez pasados los dos minutos tenían que contar las
operaciones realizadas correctamente y pasar los datos a una hoja de registro.
Si conseguían más operaciones acertadas que la semana anterior lo escribían en
verde, si habían hecho las mismas registraban en azul y si eran menos en rojo.
Empezó con menos de la mitad de operaciones. Cada semana conseguía dos
operaciones más. Siempre en verde. Pero un día la maestra dijo: “Hay algunos
niños que están a punto de acabar las operaciones. Los que hagan todas las
operaciones bien durante dos días seguidos podrán subir de nivel”. El día
siguiente ella consiguió acabarlas todas en dos minutos y la semana siguiente
nuevamente las resolvió todas bien en dos minutos. Tenía ganas de hacer el
siguiente nivel. La maestra no la veía y ella se escondía.
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