Hay alumnos que van tachando los días que quedan para acabar
el curso en el calendario. Algunos alumnos, en la Secundaria no tendrán que
hacer exámenes finales o de recuperación y acabarán con unos cuántos días más en
los que tendrán la sensación de perder el tiempo soberanamente.
El curso acabará y empezarán las vacaciones... ¿hemos
empezado a hablar en casa de las vacaciones de verano? Con un poco de suerte,
toda la familia coincidiremos algunos días de vacaciones, pero los otros
días... ¿qué haremos? Justo acabar la escuela necesitamos unos días de
“descompresión”, de “parada total” para desconectar totalmente de la presión
que supone la escuela. No por la dificultad académica sino por la dificultad de
mantener la espera, la atención sostenida (quizás fingida), el mantenimiento de
una relación social no siempre deseada o por el seguimiento de unas normas
impuestas y no siempre comprendidas. Empezará una nueva época. La temporada de
verano requiere una inmersión a un nuevo horario, unas nuevas actividades...
Según las edades y situaciones llega el tiempo de casales, de cursos o de
autoaprendizaje. Cada niño te sus posibilidades y necesidades; y cada familia
tiene que ver como las puede atender en este tiempo, largo tiempo de vacaciones
escolares pero no familiares.
Las familias en que los padres están separados ya se han
repartido las fechas hace tiempo y parece que ellos lo tienen ya todo “preparado”.
También tenemos los que marchan al pueblo con la familia,
los abuelos o los tíos o con uno de los progenitores, y los que se tienen que
quedar en casa porque los padres trabajan. Hay que regular este tiempo. Tenemos
que mantener unos horarios. Muchos necesitan saber qué harán, que pasará o que
puede pasar para irse preparando. Para otros la anticipación exhaustiva es
fuente de angustia. Hay que ver qué necesita cada cual y que le podemos ofrecer
(aquí el bolsillo es importante pero también hay muchos recursos y becas si los
conocemos y podemos acceder a ellos).
Tenemos que pensar que siempre tienen voz, aunque no siempre
voto, en sus preferencias en el uso de su tiempo en verano. Tienen opinión
desde el minuto cero pero no siempre tienen criterio o toda la información por
lo tanto les escucharemos siempre, buscaremos información pero la decisión
final siempre estará en los adultos que, al fin y al cabo son los responsables,
y habiendo escuchado y conociendo sus necesidades, las reales y las explicadas,
buscan el mejor por sus hijos dentro de sus posibilidades. Podemos dar
explicaciones y justificar nuestra propuesta pero nuestra decisión será de
obligado cumplimiento por lo que comporta una gran responsabilidad.
El tiempo de verano es largo y tiene que ser rico. Hay
tiempo para todo si lo programamos. El tiempo de verano es ideal para aprender.
Algunos hacen los cuadernos de verano del curso posterior, otros se apuntan a
cursos extracurriculares: de ciencias, de fotografía, de informática o de
programación, de vela... Otros son o se van convirtiendo en autodidactas: se
marcan un horario y los cumplen, hacen autotrabajo o autoaprendizaje,
manualidades... Necesitan también un tiempo de recreo: de juego, de escuchar
música, de lectura, (quizás en las horas de más calor), un tiempo de paseo por
la naturaleza (montaña o parque) o de piscina o playa. A algunos niños y
jóvenes los gusta crear cosas desde la escritura, el dibujo, las manualidades,
las construcciones, los inventos... es un momento en el que podemos crear desde
cero, mejorar lo que ya tienen hecho o marcar las líneas de un nuevo buen
proyecto.
Hace poco leí en un libro de Cinta Lacasa una frase que
quiero compartir con vosotros, yo intento aplicarla y ha sido un cambio
importante. “No hagas lo que te gusta, haz lo que te gustará haber hecho”. Nos
puede servir a todos para los planes del verano del 2025.
No hay comentarios:
Publicar un comentario