Algunos alumnos de altas capacidades se camuflan en la escuela. Algunos mimetizan
con la pared, quieren pasar desapercibidos. No quieren destacar, ni ser
distintos. A menudo no son conscientes de ello, no lo hacen a propósito, pero
lo hacen…
Tenemos niños de Infantil 3 años que hablan como loros en
casa pero cuando llegan a la escuela, como los demás niños no hablan, algunos dejan
de hablar. Hacen una especie de mutismo voluntario. No quieren ser distintos.
En la escuela no hablan y los padres se quedan preocupados porque ellos sí ven
la diferencia aunque a veces la maestra no la ve o no le da la importancia que
tiene.
En la entrevista entre la tutora y la familia se comparte
información y es importante que partiendo de ahí se vayan tomando medidas. La
maestra puede intentar hablar con el niño y darle un tiempo y un espacio para
que pueda ser él mismo también en la escuela.
Un niño de Infantil 4 años contaba cada lunes en la asamblea,
en la actividad oral de repaso del fin de semana, que había ido al “Palau de la
Música”, o a escuchar la orquesta en el “Auditori”... hasta que un día empezó a
decir que había ido al parque y había jugado en el arenero. Nos pareció muy
raro porque no era un lugar habitual para él, ni para su familia. Pensamos que
quizás había ido allí con otros parientes... pero a la semana siguiente volvió
a decir que había ido al parque y a jugar en el arenero. Así que antes de salir
al patio hablamos con él. ¿Dónde has ido este fin de semana? Y directamente nos
dijo: "Al Auditorio pero si lo cuento, los niños hacen caras raras, y si
digo que he ido al parque y al arenero todo el mundo sonríe". Con cuatro
años ya había decidido que su vida no podía entrar en la escuela y que debía
mimetizar con el grupo. Mostrarse distinto, siendo una persona hipersensible
que lee los detalles, no entraba en sus planes. De momento, le dijimos que en la
asamblea podía decir lo que quisiera (otros niños también copian lo que dicen
otros...), pero antes de salir al patio le tenía que explicar a la maestra lo
que había hecho de verdad y lo que más le había gustado. Después, poco a poco,
trabajamos la diversidad en clase. No todos tenemos que hacer lo mismo, nos
gustan cosas diferentes, y todas pueden ser buenas... Pero si no lo hubiéramos
visto a tiempo habríamos perdido la oportunidad de saber cómo era su vida, de verdad,
fuera de la escuela.
Que en la ESO intenten camuflarse es una muestra de inteligencia.
Es casi por seguridad personal. La presión de grupo en ocasiones es muy fuerte.
Otras veces, hay personas que se muestran y se exponen pero no permiten que los
demás dirijan lo que deben hacer, ni cómo deben hacerlo. Algunos son más
fuertes, más hábiles socialmente, e incluso encontramos algunos (pocos) que se
pasan de frenada.
Por eso, es esencial que pongamos la lupa para saber cuáles
son sus necesidades. Encontramos tres tipos de necesidades: cognitivas,
emocionales y sociales.
Saltamos las necesidades cognitivas con ejercicios de
ampliación y profundización. Con un poco más de dificultad o con una parte más
práctica o más creativa, sin pasar a los contenidos del curso superior. Estas
actividades deben ir asociados a la reducción de la carga de trabajos (quizás
los hagan pero sin escribir, o eliminar aquellos más mecánicos en los puntos
que ellos ya dominan).
Para trabajar las necesidades emocionales necesitamos tiempo
y espacio. Debemos crear vínculo y confianza para que nos cuenten y hacer
escucha activa. Acompañarles en el proceso de crecer en su singularidad.
Para trabajar sus necesidades sociales volvemos al vínculo y
al acompañamiento. Aquí, como en los demás apartados, cada uno tiene sus
necesidades. Mientras algunos son el delegado de clase o el capitán del equipo,
otros querrían mimetizar con la pared y pasar desapercibidos porque tienen la
sensación de que les rechazan, de que no les quieren... La verdad es que son
diferentes, tienen otros gustos e intereses distintos de sus iguales. Cuando
sean mayores, encontrarán a personas como ellos pero en tiempo escolar algunos
no encuentran “iguales” en su clase o en su nivel.
Es importante identificar qué necesitan y qué podemos
ofrecerles desde la escuela y desde casa. Cada uno debe hacer su trabajo y ambos
son complementarios. Después, también está el trabajo del propio niño o joven.
Son tres patas imprescindibles del mismo taburete. Por eso, como pedagoga
acompaño a niños o jóvenes, sus familias y su escuela o instituto. Un
acompañamiento técnico facilita mucho el trabajo. Soy especialista en
intervención educativa en altas capacidades. Vivo en Barcelona y me podéis encontrar
en atencioaltescapacitats@gmail.com
No os dejéis engañar por lo que veis, porque a menudo no es
lo que son, ni cómo son. No os dejéis engañar por su edad porque a menudo
tienen argumentación y opinión fundamentada desde muy pequeños y sobre todo
sacan sus propias conclusiones. Es imprescindible escucharlos con mentalidad
abierta, porque si intuyen que no les creéis... nunca veréis el tesoro que
tienen.
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