lunes, 6 de mayo de 2024

Lunes 6 de mayo Lectura para los que todavía no son lectores

 

Entre los alumnos de altas capacidades encontramos buenos lectores y alumnos de altas capacidades que no son buenos lectores. Porque no han encontrado su libro, o bien tienen dificultades con la técnica de descodificación o comprensión del lenguaje escrito la lectura no les ha atrapado. La lectura es un proceso abstracto muy complejo que podemos acompañar pero no acelerar. Es importante saber qué ha ocurrido, cuál es la causa de este abandono de la lectura. Las causas pueden ser muy diversas y no todo son patologías… Pero si lo son las debe tratar un especialista.

Dificultades. Algunos alumnos de altas capacidades empezaron leyendo pero cuando descubrieron que en lectura a primera vista no podían hacer vocecitas como la madre o la maestra pusieron el freno y dejaron de leer, insistiendo en que fueran los adultos quienes les leyeran. Se camuflaron como “escuchadores” de música o de historias pero dejaron la práctica de la descodificación de palabras y textos. Cuando quisieron volver, los demás iban más deprisa y con una mala gestión del error y de la frustración fueron evitando el leer en voz alta en la escuela y en casa.

Otros encuentran dificultades en la descodificación de las letras. Las hay que se asemejan mucho y no las distinguen bien: b, d, p, q. Tenemos un grupo de niños y jóvenes con doble excepcionalidad, con diferentes grados de dislexia o dificultades en el lenguaje que a veces en algunos momentos quedan escondidas por las altas capacidades y en otros momentos representan un quebradero de cabeza.

Por necesidad o por voluntad… allí se quedaron, cerrando la puerta a los libros, sin darse cuenta de que esta decisión les traería graves problemas en su escolarización que está basada sobre todo en la lectura. Pronto aparecieron las dificultades en la lectura de los problemas de matemáticas... O en la dificultad de sacar la información más importante de un texto de cualquier materia. O en la dificultad de exponer un tema por carencia de base escrita.

Otras veces tenemos el problema de la presión entre dos lenguas, y cuando tenemos menos vocabulario con una que con otra, estos niños que necesitan ser tan precisos no encuentran las palabras o no saben qué significan... para ellos, es un lío que pretenden solucionar trabajando únicamente con la lengua que más dominan y no dando opción a la otra lengua.

Estos niños y jóvenes no lectores de altas capacidades dan una respuesta que es incorrecta, dicen “no me gusta leer” cuando tendrían que decir “no sé leer... porque si supiera me encantaría” (un poco como con el dibujo que también les pasa, hacen un dibujo pero como ese perro dibujado no se asemeja al perro que piensan muchos suelen dejar de dibujar). Van buscando otras maneras de informarse, generalmente de manera auditiva o a través de las imágenes que complementan a las palabras.

Propuesta. Con ellos tenemos que ir muy despacio y partir de dónde están en lectura, no de su edad. Viviendo la dificultad de la lectura como una situación y no como un problema. Intentando definir la situación pero sin poner en evidencia sus carencias, porque sino se van a convertir en ideas limitantes (ni sé, ni sabré).

Un ejemplo. Con una niña de Segundo de Primaria que había puesto el freno de mano y ahora presentaba dificultades para la lectura empezamos haciendo que los padres escribieran cada día una frase en su pizarra que ella leía cuando se levantaba. En ella ponían información significativa para ella: qué iban a hacer el fin de semana, mensajes de la abuela, el menú de la cena... Ella se levantaba y leía la frase por la mañana y se entablaba durante el desayuno una conversación sobre lo que había leído. Por la tarde, al volver a casa, hacía un poco de lectura que podía preparar. Al principio sólo dos o tres líneas y la madre le acababa de leer el cuento (cuentos muy breves). Una vez se fue sintiendo más segura, ella misma añadía líneas, hasta que al cabo de unos meses era capaz de preparar y leer todo el cuento. Después, pasamos a textos breves de preguntas y respuestas, siempre dándole un tiempo para prepararlos. Aquí aparecía más información. A la vez, pactamos con la maestra que no la haría leer en voz alta en clase, a menos de que ella lo viera muy claro y lo pidiera. En algún momento, pactaron la lectura de un enunciado breve que pudo preparar. El éxito, la sonrisa de la maestra y su felicitación, en privado, el darse cuenta de la superación, fue importante para la seguridad de la niña. Poco a poco, fue cogiendo destreza y seguridad. En los textos muchas palabras se repiten y esto también le dio seguridad. Trabajamos con cuentos de lectura fácil para no encontrarnos palabras difíciles o historias enrevesadas. Costó más de un curso de trabajo paralelo pero consiguió tener un buen nivel de lectura. Hoy, ya en Tercero de ESO, nadie diría que de pequeña tuvo problemas de lectura.

Otro ejemplo. Un alumno de Cuarto había ido escondiendo sus dificultades. Memorizaba textos que habían leído los compañeros, inventaba palabras viendo las primeras letras, a la vez no quería leer en voz alta en clase porque cometía muchos errores. Para acercarlo a la lectura también fuimos donde él estaba y en este caso nos ayudamos de sus intereses. Le presentamos una colección de libros de animales que eran para Ciclo Inicial a pesar de que él ya estaba en Cuarto. En los libros encontrábamos frases cortas, vocabulario básico pero con información que muchas veces desconocía. Hablamos con él y quedamos que él ya era de Cuarto pero que su lectura se había quedado en el Ciclo Inicial y la teníamos que poner en marcha y hacerla crecer. No hacía falta que lo supiera nadie y este entrenamiento con los libros de animales los leía en su casa. Eran sencillos, le aportaban información que él desconocía. Tenían unas fotografías muy bonitas. Él pensó que necesitaba hacer un pequeño diccionario con las palabras nuevas y empezó a trabajar el tema. Sólo escribía las palabras porque ya sabía lo que significaban (al principio no hacía falta que escribiese más) y a veces las repasaba. Poco a poco, fue cogiendo seguridad. Fuimos subiendo el nivel y él, que ahora ya veía que era posible, empezó a leer textos más largos y complejos. Pasamos a un libro de Frank de la Jungla que leía con su hermana mayor. (el lenguaje era mucho más complicado y el leerlo en compañía le ayudó a no tener que parar e ir constantemente al diccionario). Costó un poco salir de sus intereses y pasar a lo que se le pedía en clase. La rigidez, muy a menudo les juega malas pasadas. Nuevamente la colaboración y complicidad de la maestra comentando con él sus progresos y no haciéndole leer en clase hasta que estuvo preparado fue esencial. Darle más exposición, si cree que no está preparado sólo consigue más cierre y más negación ante el hecho de leer.

Cuidado. Con los niños y jóvenes que no tienen las habilidades necesarias para poder disfrutar de la lectura no hay que insistir en las bondades de la lectura o la presión para que lea. Estos alumnos no suelen funcionar por imposición pero si ellos consiguen querer una cosa nos tendremos que apartar porque quizás se convertirá, contra todo pronóstico, en su actuación principal. Una chica de Primero de ESO se esconde en la hora del patio para poder leer un rato porque sus profesores le han dicho que el tiempo de patio es tiempo de relación y no para leer, pero ella ha encontrado un rincón en el patio bajo la rampa donde está protegida de las miradas inquisidoras y puede leer tranquila. Lo hemos hablado muchas veces. Ahora ya no pasa todo el tiempo de patio leyendo, pero sí diez minutos o un cuarto de hora, y después cierra el libro y hace “relación social”. La relaja. Cuando se sienta más segura y vea la necesidad de la relación social desplazará su libro que ahora ha descubierto a otro tiempo. La presión no ayuda nunca con estos niños y jóvenes. Su cerebro nos entiende siempre pero su cuerpo no siempre está dispuesto a hacer el que el cerebro ve como bueno.

Actividades colaterales. Con los más pequeños, y con los mayores también, los juegos de lenguaje (palabras encadenadas; deletrear; hacer pareados; adivinar objetos, personas o animales diciendo características o haciendo preguntas; buscar sinónimos o antónimos, hacer frases largas diciendo cada cual una palabra...) son una buena herramienta cuando empezamos por su nivel y vamos subiendo. Cuando no pierde siempre, cuando no lo ponemos en evidencia, cuando lo animamos a preparar respuestas para cuando surjan las preguntas... Cuando le damos herramientas, o les ayudamos a ver como lo hace para poderlo replicar.

Más actividades colaterales. Escuchar textos bien leídos siempre es interesante, pero no se pueden quedar aquí. Tienen que practicar la lectura. Para los alumnos de altas capacidades practicar siempre del mismo modo se les hace difícil, aburrido; y lo abandonan o intentan abandonar. Tenemos que ser más listos que ellos porque es por su bien. Ponernos en su piel y buscar “zanahorias sabrosas”... es nuestro trabajo porque sabemos que necesitarán leer para su vida, quizás académica, o simplemente para disfrutar de la lectura en su tiempo de ocio. No tendrían que cerrar esta puerta que les puede aportar tanto por el miedo al error, su rigidez, la hipersensibilidad, la necesidad de recompensa inmediata...

Sabemos que llega un día cuando encuentran su libro, cuando tienen las herramientas y habilidades, que todo cambia y se convierten en buenos lectores. Nuestro trabajo, como padres y docentes, es prepararlo todo para este momento.

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