viernes, 18 de julio de 2014

La diversidad en el aula


Un profesor reúne a sus alumnos y les dice "Para hacer una selección justa haréis todos el mismo examen. Por favor, subid a ese árbol." Pero en su clase hay: un mono, un elefante, un pez (con su pecera), un pájaro, una foca, un pingüino, un perro...

No puedo evitarlo... esta "historia" me parece tan gráfica, tan representativa de lo que ocurre con la falsa uniformidad de nuestras aulas.... 

Como vemos niños y niñas de la misma edad pensamos que son iguales, pero no lo son -ni por dentro ni por fuera-. Sólo son iguales en dignidad. Lamentablemente, nos encontramos con una idea muy arraigada entre algunos docentes... la igualdad como valor supremo. La educación nunca debería servir para igualarnos más que en dignidad. Por todo lo demás, está claro, como en la clase de nuestra historia, que todos somos diferentes con habilidades y carencias. Para acabar de complicar, nuestros alumnos llevan un disfraz de niños y hace, que si no sabemos mirar en el interior, nos puede pasar desapercibida su esencia y podemos hacer cosas tan extrañas como pedirle a un pez que suba un árbol o felicitar a un mono porque sabe subir (si él no sabe ¿quién sabrá ?).

Incluso en aquellas clases de setenta alumnos de finales de los años cincuenta, el maestro proponía a los alumnos trabajos diferentes y mantenía, como en las escuelas rurales donde se reúnen niños de diferentes edades, un trabajo " personalizado y de colaboración" ( con muchas comillas porque dependía del maestro pero muchos eran absolutamente vocacionales y vivían plenamente su vocación ). Los alumnos se ayudaban entre ellos y la vida sacaba la nariz en medio de unos estereotipos muy marcados por la época.

Hoy, cuentan a quienes se preparan para ser maestros que han de conseguir la implicación y la participación de todos los alumnos, que tienen que hacer trabajos diferenciados, pero ... ¿qué pasa cuando van a hacer prácticas?. Muy a menudo se encuentran con aulas donde el maestro explica y corrige ejercicios y los alumnos escuchan y escriben y hacen trabajos en grupo sin una programación seria dedicada al aprendizaje sino que van llenando el tiempo....

Un niño de siete años, de altas capacidades, me dijo un día –en confianza- que en la escuela hacían muchas cosas inútiles, que se pasaban mucho tiempo explicando y haciendo cosas repetidas, de la misma manera, pero no tenían tiempo para pensar. A los niños les debemos escuchar siempre y después pasar la información por nuestro tamiz de profesionales. Pero esta vez coincidía plenamente con él. Si elimináramos las repeticiones inútiles tendríamos tiempo para aprender:  a subir a los árboles los que tengan que subir a los árboles, a volar, a correr, y a nadar los que deban hacerlo, a actualizar sus capacidades todos para convertirlas en talentos." 

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