Los humanos necesitamos jugar. Aprendemos jugando. No solo
los niños, también los adultos. Hoy hablaremos de los juegos de mesa.
Generalmente los usamos en casa. Desde muy pequeños podemos jugar a juegos de
mesa en familia y lo podemos seguir haciendo cuando son adolescentes o jóvenes.
Para jugar necesitamos saber seguir instrucciones. Tenemos
que poder seguir normas cuando nos son beneficiosas, y también cuando no, y
esto no es fácil. Según las edades empezaremos con reglas del juego sencillas y
poco a poco se podrán ir complicando. Generalmente, hablamos de reglas fijas
que se pueden pactar antes de empezar el juego y no se pueden variar una vez el
juego ya ha empezado. Hay personas muy competitivas y otras que no lo son, pero
independientemente de la competitividad de cada cual, todos tenemos que aprender
a jugar, a ganar y a perder. Cuando uno gana implica que hay alguien que
pierde. Algunos, para evitar esta situación sólo juegan a juegos cooperativos.
Es interesante, pero el aprendizaje de jugar es un aprendizaje para la vida. El
juego nos permite entrenar. A veces ganaremos, otros perderemos y tenemos que
hacerlo con estilo. Recordad que los adultos somos modelos y referentes para
los niños. Nos observan y aprenden de lo que hacemos no sólo de lo que decimos.
Muchos viven el juego con intensidad. Tienen que aprender a convivir con el
éxito y el fracaso. Hay que saber ganar y perder, con estilo.
Pero no aprendemos a jugar únicamente con los juegos de
mesa. El deporte o los juegos de patio son actividades en las que también hacemos
prácticas de seguimiento de normas y también de sociabilización.
¿Qué hace que ganemos o perdamos? Hay veces que es por el
azar, en otras ocasiones depende de la habilidad de los jugadores o de su
estrategia.
Alberto cursa Tercero de Primaria, lleva muy mal cuando pierden
con su equipo de fútbol, en cambio su manera de perder era totalmente diferente
cuando se trataba de las partidas de ajedrez. En el ajedrez, él era consciente
de que estaba empezando y que había niños que llevaban más tiempo jugando,
sabían usar más estrategias y por tanto eran rivales más fuertes. No estaba
contento, pero no le dolía perder. La valoración de los rivales en el fútbol
era diferente. Esta temporada los equipos contrarios son muy parecidos a su
equipo con jugadores buenos y otros no tan buenos; por lo tanto cree que si no son
capaces de ganar es por falta de implicación. No habían hecho todo lo posible.
Exige, porque también lo hace con él, máxima implicación y máxima eficacia para
todos los integrantes del equipo. En cualquier caso es conveniente que sean
capaces de observar qué ha pasado, que han hecho y ser capaces de hacer la
reflexión que los llevará a ajustar qué podría haber sido su actuación. Tenemos
que acompañar a Alberto a vivir de una manera adecuada el hecho de ganar y
perder en cualquier situación (tanto en el fútbol como en el ajedrez).
¿Cómo les podemos ayudar a aprender a ganar y perder? Es del
todo desaconsejable dejarles ganar siempre, sobre todo con la excusa de que no
se enfaden. También es desaconsejable no dejarles ganar nunca para que se hagan
fuertes. Podemos utilizar juegos de azar, que hacen que a veces ganen unos y
otras veces otros. Después podemos ir pasando a juegos de habilidad,
ajustándolos a las habilidades de los niños. Fair play, respecto al
contrincante, implicación en el juego, respecto al juego y a un mismo...
Intentaremos poner palabras a lo que sentimos en cada momento. Es una manera de
seguir trabajando la metacognición. Cómo pensamos, como aprendemos, como
podemos mejorar...
Merece la pena jugar y pasarlo bien antes, durante y después
del juego. Con el juego aprendemos a vivir y también a encarar la
incertidumbre, el error y las emociones.