lunes, 26 de mayo de 2025

Lunes 26 de mayo ¡Jugamos con juegos de mesa!

 

Los humanos necesitamos jugar. Aprendemos jugando. No solo los niños, también los adultos. Hoy hablaremos de los juegos de mesa. Generalmente los usamos en casa. Desde muy pequeños podemos jugar a juegos de mesa en familia y lo podemos seguir haciendo cuando son adolescentes o jóvenes.

Para jugar necesitamos saber seguir instrucciones. Tenemos que poder seguir normas cuando nos son beneficiosas, y también cuando no, y esto no es fácil. Según las edades empezaremos con reglas del juego sencillas y poco a poco se podrán ir complicando. Generalmente, hablamos de reglas fijas que se pueden pactar antes de empezar el juego y no se pueden variar una vez el juego ya ha empezado. Hay personas muy competitivas y otras que no lo son, pero independientemente de la competitividad de cada cual, todos tenemos que aprender a jugar, a ganar y a perder. Cuando uno gana implica que hay alguien que pierde. Algunos, para evitar esta situación sólo juegan a juegos cooperativos. Es interesante, pero el aprendizaje de jugar es un aprendizaje para la vida. El juego nos permite entrenar. A veces ganaremos, otros perderemos y tenemos que hacerlo con estilo. Recordad que los adultos somos modelos y referentes para los niños. Nos observan y aprenden de lo que hacemos no sólo de lo que decimos. Muchos viven el juego con intensidad. Tienen que aprender a convivir con el éxito y el fracaso. Hay que saber ganar y perder, con estilo.

Pero no aprendemos a jugar únicamente con los juegos de mesa. El deporte o los juegos de patio son actividades en las que también hacemos prácticas de seguimiento de normas y también de sociabilización.

¿Qué hace que ganemos o perdamos? Hay veces que es por el azar, en otras ocasiones depende de la habilidad de los jugadores o de su estrategia.  

Alberto cursa Tercero de Primaria, lleva muy mal cuando pierden con su equipo de fútbol, en cambio su manera de perder era totalmente diferente cuando se trataba de las partidas de ajedrez. En el ajedrez, él era consciente de que estaba empezando y que había niños que llevaban más tiempo jugando, sabían usar más estrategias y por tanto eran rivales más fuertes. No estaba contento, pero no le dolía perder. La valoración de los rivales en el fútbol era diferente. Esta temporada los equipos contrarios son muy parecidos a su equipo con jugadores buenos y otros no tan buenos; por lo tanto cree que si no son capaces de ganar es por falta de implicación. No habían hecho todo lo posible. Exige, porque también lo hace con él, máxima implicación y máxima eficacia para todos los integrantes del equipo. En cualquier caso es conveniente que sean capaces de observar qué ha pasado, que han hecho y ser capaces de hacer la reflexión que los llevará a ajustar qué podría haber sido su actuación. Tenemos que acompañar a Alberto a vivir de una manera adecuada el hecho de ganar y perder en cualquier situación (tanto en el fútbol como en el ajedrez).

¿Cómo les podemos ayudar a aprender a ganar y perder? Es del todo desaconsejable dejarles ganar siempre, sobre todo con la excusa de que no se enfaden. También es desaconsejable no dejarles ganar nunca para que se hagan fuertes. Podemos utilizar juegos de azar, que hacen que a veces ganen unos y otras veces otros. Después podemos ir pasando a juegos de habilidad, ajustándolos a las habilidades de los niños. Fair play, respecto al contrincante, implicación en el juego, respecto al juego y a un mismo... Intentaremos poner palabras a lo que sentimos en cada momento. Es una manera de seguir trabajando la metacognición. Cómo pensamos, como aprendemos, como podemos mejorar...

Merece la pena jugar y pasarlo bien antes, durante y después del juego. Con el juego aprendemos a vivir y también a encarar la incertidumbre, el error y las emociones.

jueves, 22 de mayo de 2025

Jueves 22 de mayo Cerramos el curso / Preparamos el próximo curso

 

Estamos en el tercer trimestre, a punto de acabar el curso. En el caso de los alumnos de altas capacidades deben quedar registradas las actividades que se han hecho distintas o específicas. Esto nos permitirá que una vez acabado el curso podamos preparar el siguiente.

Los alumnos que tienen todas las materias superadas ya tienen dos tercios de curso cerrado, y están en la recta final. Los docentes, en este momento, trabajamos en dos cursos a la vez sobre todo por lo que se refiere a los alumnos que requieren una atención específica. Es muy conveniente agendar una entrevista de tutoría con los alumnos de altas capacidades en concreto para valorar el curso, no solo el trabajo del alumno. Vamos a preparar la entrevista. Le daremos la información antes y si sabe que lo escucharemos (no que haremos el que nos diga, con solo que tendremos en cuenta el que nos diga) de buen seguro que funcionará. Lo tenemos que escuchar, saber qué piensa. Recordad que hay niños y jóvenes políticamente correctos y que difícilmente nos dirán lo que piensan, nos dirán lo que creen que nosotros queremos oír. Aun así, merece la pena provocar esta sesión porque quizás hasta ahora nunca nadie les ha pedido su opinión y puede ser un punto de inflexión. En esta valoración podemos ver cuál es su vivencia en las diferentes materias. Cómo vive las clases: si se aburre (no aprende cosas nuevas, la velocidad es muy lenta, siente que los compañeros no dejan avanzar...) en algunas materias. Si participa en las clases, si realmente aporta. Si las tareas propuestas le son fáciles o difíciles, si las presenta con cuidado, si encuentra interesantes las tareas escolares, si querría proponer alguna actividad. También podemos repasar cómo ha vivido las actividades especiales y las salidas escolares. Si se le han propuesto actividades específicas también escucharemos su opinión.

Una vez escuchado el alumno, vaciando la información y combinándola con nuestra observación-reflexión y la del resto de profesores podemos encontrarnos con el tutor del curso próximo, la persona responsable de la comisión de diversidad o maestro de educación especial y podemos empezar a preparar el próximo curso. Es un trabajo de equipo muy interesante.

No tendría que pasar que en septiembre volvamos a partir de cero y nos pasemos un tiempo observando y sin iniciar la actividad específica. No hay que poner el contador a cero cada septiembre... no podemos permitir que en septiembre volvamos a empezar... el nuevo tutor lo tiene que conocer y el resto de profesores para valorar si le hace falta un acompañamiento específico y nos plantamos en noviembre. Esto significa perder inútilmente el primer trimestre en atención específica. Si hacemos esto, anulamos el buen trabajo realizado hasta el momento. El trabajo del curso actual nos tiene que servir para que septiembre sea una continuación de aquellas cosas que han funcionado, sin volverlas a cuestionar e introducir aquellos cambios que se puedan ya prever desde este curso para el próximo (por cambio de centro, de materias, de compañeros...).

En verano podemos valorar qué haremos de específico el próximo curso, como construirlo para que haya una preparación real y una reunión antes del inicio del curso con el tutor y presentar la propuesta de nuevo curso. De este modo empezaremos trabajando de manera específica y adecuada desde el primer día de clase del curso 2025-2026.

lunes, 19 de mayo de 2025

Lunes 19 de mayo Pensemos en el verano

 

Hay alumnos que van tachando los días que quedan para acabar el curso en el calendario. Algunos alumnos, en la Secundaria no tendrán que hacer exámenes finales o de recuperación y acabarán con unos cuántos días más en los que tendrán la sensación de perder el tiempo soberanamente.

El curso acabará y empezarán las vacaciones... ¿hemos empezado a hablar en casa de las vacaciones de verano? Con un poco de suerte, toda la familia coincidiremos algunos días de vacaciones, pero los otros días... ¿qué haremos? Justo acabar la escuela necesitamos unos días de “descompresión”, de “parada total” para desconectar totalmente de la presión que supone la escuela. No por la dificultad académica sino por la dificultad de mantener la espera, la atención sostenida (quizás fingida), el mantenimiento de una relación social no siempre deseada o por el seguimiento de unas normas impuestas y no siempre comprendidas. Empezará una nueva época. La temporada de verano requiere una inmersión a un nuevo horario, unas nuevas actividades... Según las edades y situaciones llega el tiempo de casales, de cursos o de autoaprendizaje. Cada niño te sus posibilidades y necesidades; y cada familia tiene que ver como las puede atender en este tiempo, largo tiempo de vacaciones escolares pero no familiares.

Las familias en que los padres están separados ya se han repartido las fechas hace tiempo y parece que ellos lo tienen ya todo “preparado”.

También tenemos los que marchan al pueblo con la familia, los abuelos o los tíos o con uno de los progenitores, y los que se tienen que quedar en casa porque los padres trabajan. Hay que regular este tiempo. Tenemos que mantener unos horarios. Muchos necesitan saber qué harán, que pasará o que puede pasar para irse preparando. Para otros la anticipación exhaustiva es fuente de angustia. Hay que ver qué necesita cada cual y que le podemos ofrecer (aquí el bolsillo es importante pero también hay muchos recursos y becas si los conocemos y podemos acceder a ellos).

Tenemos que pensar que siempre tienen voz, aunque no siempre voto, en sus preferencias en el uso de su tiempo en verano. Tienen opinión desde el minuto cero pero no siempre tienen criterio o toda la información por lo tanto les escucharemos siempre, buscaremos información pero la decisión final siempre estará en los adultos que, al fin y al cabo son los responsables, y habiendo escuchado y conociendo sus necesidades, las reales y las explicadas, buscan el mejor por sus hijos dentro de sus posibilidades. Podemos dar explicaciones y justificar nuestra propuesta pero nuestra decisión será de obligado cumplimiento por lo que comporta una gran responsabilidad.

El tiempo de verano es largo y tiene que ser rico. Hay tiempo para todo si lo programamos. El tiempo de verano es ideal para aprender. Algunos hacen los cuadernos de verano del curso posterior, otros se apuntan a cursos extracurriculares: de ciencias, de fotografía, de informática o de programación, de vela... Otros son o se van convirtiendo en autodidactas: se marcan un horario y los cumplen, hacen autotrabajo o autoaprendizaje, manualidades... Necesitan también un tiempo de recreo: de juego, de escuchar música, de lectura, (quizás en las horas de más calor), un tiempo de paseo por la naturaleza (montaña o parque) o de piscina o playa. A algunos niños y jóvenes los gusta crear cosas desde la escritura, el dibujo, las manualidades, las construcciones, los inventos... es un momento en el que podemos crear desde cero, mejorar lo que ya tienen hecho o marcar las líneas de un nuevo buen proyecto.

Hace poco leí en un libro de Cinta Lacasa una frase que quiero compartir con vosotros, yo intento aplicarla y ha sido un cambio importante. “No hagas lo que te gusta, haz lo que te gustará haber hecho”. Nos puede servir a todos para los planes del verano del 2025.

jueves, 15 de mayo de 2025

Jueves 15 de mayo La agenda y los alumnos de altas capacidades.


La agenda de un alumno de altas capacidades puede estar llena, vacía, dibujada, en blanco, incompleta.... Algunos alumnos hacen un buen uso de ella. Suelen ser aquellos que son políticamente correctos, obedientes y que quieren complacer a sus adultos, o bien los que quizás han automatizado los procesos o han visto que les iba bien hacerlo. A otros muchos, les cuesta usar la agenda, porque o bien recuerdan con claridad lo que hay que hacer o lo que hay que llevar a la escuela o bien porque siempre hacen “los deberes” entre clases y no suelen llevar trabajos a casa.

En algunos centros la agenda no es necesaria porque únicamente hay deberes si no han acabado el trabajo en clase y o bien porque los deberes siempre son para la semana próxima. Cuando empiezan a la ESO, aparece un profesor cada hora y entonces pueden empezar las dificultades porque cada profesor es un mundo. Cuando llegan a Tercero de ESO parece que algunos se inician en los problemas reales de agenda. Hasta este momento han tenido que salvar algún patinazo pero como generalmente llevan el trabajo hecho... no saltó la alarma del profesor. Pero llega un momento en el que empiezan los trabajos a medio o largo plazo, ya no es “para mañana o para el próximo día”. Y aquí empiezan naturalmente las mezclas. Además, como su atención es intermitente el profesor pueden dar indicaciones en el momento en que el alumno pone cara de escuchar pero está muy lejos, está desconectado. En estos casos es posible que no registren lo que hay que hacer o lo que hay que llevar.

¿Cómo podemos conseguir convencerles de que usen la agenda cuando ellos entienden que no es imprescindible, ni siquiera necesario? Únicamente les podemos convencer en clave de futuro a través del vínculo. ¿Verdad que nosotros no empezamos a usar el bastón porque lo necesitaremos en treinta o cuarenta años? Pero quizás sí que es interesante empezar a pensar que no tendría que ser un problema sino una herramienta útil. Este razonamiento nos puede servir con ellos y entrenar cuando vemos que lo necesitamos y antes… pensar, hablar, encontrar cómo hacerlo y cuándo hacerlo. Será conveniente empezar el entrenamiento para que después puedan dejar la mente libre para otras cosas más importantes e interesantes. Nos tienen que creer en clave de futuro. Solo lo harán si ellos lo creen necesario.

Haber automatizado las anotaciones les ayudará, más adelante, a dejar la mente libre de cosas quizás importantes o imprescindibles (pagos, entregas...) que hechos en su momento no comportan ningún problema pero después de la fecha pueden representar un gasto del 20% más o una mala nota o un cliente perdido. El hecho de automatizar, de apuntar, ciertas cosas será un éxito de futuro. Ahora quizás no es esencial ni mucho menos pero seguro que será necesario más adelante y este entrenamiento nos arreglará más de un día.

A algunos les cuesta entender que necesitan una memoria en papel cuando tienen una memoria de elefante. De entrada, no los parece muy buen plan, pero la realidad es muy tozuda, más que ellos, y nos facilitará la vida.

A medida que se van haciendo mayores hay más cosas a recordar en diferentes niveles de importancia. Desde un cumpleaños hasta cosas para llevar pasando por trabajos a largo plazo, exámenes o responsabilidades a casa. Ser capaces de alternar estas listas es muy necesario y no nos tendríamos que dejar nada aunque tengan diferentes niveles de importancia. Cuando hayamos de añadir visitas médicas, pagos de impuestos o cuotas, fechas de inscripción... se convertirá en imprescindible porque el mundo no nos espera. Algunos todavía podrían echar de memoria pero si quieren trabajar intensamente en otras cosas podrán “desconectar” y así no se pasarán de frenada con la consecuente frustración y mal humor.

A veces, no anotan porque no tienen costumbre de llevar la agenda o revisarla. Todo es un aprendizaje que hay que automatizar y esto sólo lo hará si lo quiere hacer. Nuestro trabajo es acompañarle para que entienda que es necesario, el momento de iniciar seguramente no es el mismo que los compañeros. No nos comprará un curso de natación cuando el agua le llega a los tobillos. ¡Hablemos!

Pensemos seriamente en el futuro. No les podemos obligar pero si se pueden convencer... ¡el futuro es suyo!

lunes, 12 de mayo de 2025

Lunes 12 de mayo Matemáticas y Altas Capacidades

 

Hoy recordamos a Pere Puig y Adam que nació en Barcelona tal día como hoy del año 1900. Fue pedagogo y matemático. Fue una figura capital de la didáctica de las Matemáticas y de la renovación pedagógica y todavía hoy, sus planteamientos pedagógicos, tan avanzados en aquel momento, son referencia obligada.


Muchos niños y jóvenes de altas capacidades que presentan superdotación tienen buenos niveles en el área lógico-matemática. De entre los niños y jóvenes que tienen talentos algunos presentan talento matemático. Éstos son los que disfrutan con los números. He conocido muchos... y tienen historias muy curiosas.


Uno de ellos solo escuchaba a su mamá cuando ella ponía números en la frase: “!Te tengo que decir dos cosas!”.

Otro tenía contado el mobiliario urbano que había en el camino de casa a la escuela: farolas, papeleras, señales... y también le gustaba contar los escalones de las escaleras.


Muchos disfrutan con los problemas y los cálculos que a menudo hacen de memoria. Algunos de ellos no son capaces de saber cómo han llegado a un resultado determinado (que suele ser acertado). Yo les propongo que escriban el resultado que les sale y después a continuación intenten hacerlo sobre el papel como se lo han explicado en clase, como lo deben hacer sus compañeros.


Muchos son autodidactas e infieren o deducen procesos, pero a muchos de ellos no se llega por esta vía. Una niña de I3 me preguntó preocupada por qué ya hacía días que iba a la escuela de los mayores y nadie le había explicado nada de los números mayúsculos. Sabía que había letras mayúsculas y minúsculas, y pensaba que con los números sería lo mismo. Le tuvieron que explicar que hay diferentes tipos de números pero no hay números mayúsculos ni minúsculos. Un niño que había inferido las tablas de multiplicar le brillaron los ojos en clase cuando escuchó cómo funcionaba la multiplicación de la unidad seguida de ceros. ¡Él no había caído!


Cuando les proponemos participar en concursos matemáticos, como las Pruebas Cangur en Cartaluña, muchos están muy contentos pero otros lo combinan con el miedo al error o al fracaso que puede ser paralizante. Con ellos habrá que hacer un trabajo de escucha activa y de acompañamiento a través de la acción docente o tutorial.


Hay alumnos que disfrutan buscando otras maneras de hacer las cosas o de resolver los ejercicios mientras que otros no lo intentan porque son muy normativos, rígidos y les gusta complacer a los adultos y solo harán las cosas como ellos les indiquen. Si los docentes no les dan la indicación directa nunca lo intentarán y no es que no lo puedan hacer sino que se autocensuran. Hay otros que son los reyes del “y si...” y parecen disruptivos en el aula porque siempre tienen “ideas de bombero” (divergentes) e intentan hacer las cosas de manera diferente a cómo se les ha propuesto en clase.


Los hay que disfrutan con el cálculo, otros con los procesos, otros quieren saber de dónde salen las fórmulas... Dentro del talento matemático hay mucha variedad, después se combina con el resto de características personales de cada cual y esto justifica que hayamos de poner la lupa en cada uno de ellos para poderles acompañar para que puedan desarrollar todas sus capacidades.


También encontramos alumnos que no quieren destacar. Observad este caso:

En clase, la maestra propone una tarea que repetirán una vez por semana. Se trata de una hoja de operaciones que tendrán que calcular durante dos minutos cronometrados. Después ella nos dijo que no lo hizo expresamente ni de forma muy meditada, pero puso en marcha una estrategia respeto esta actividad. Una vez pasados los dos minutos tenían que contar las operaciones realizadas correctamente y pasar los datos a una hoja de registro. Si conseguían más operaciones acertadas que la semana anterior lo escribían en verde, si habían hecho las mismas registraban en azul y si eran menos en rojo. Empezó con menos de la mitad de operaciones. Cada semana conseguía dos operaciones más. Siempre en verde. Pero un día la maestra dijo: “Hay algunos niños que están a punto de acabar las operaciones. Los que hagan todas las operaciones bien durante dos días seguidos podrán subir de nivel”. El día siguiente ella consiguió acabarlas todas en dos minutos y la semana siguiente nuevamente las resolvió todas bien en dos minutos. Tenía ganas de hacer el siguiente nivel. La maestra no la veía y ella se escondía.

jueves, 8 de mayo de 2025

Jueves 8 de mayo La guerra de las etiquetas

 

Hace un tiempo era importante poner nombre a las cosas, definirlas. Actualmente hay una corriente muy extendida en la cual está mal visto poner etiquetas, definir, concretar. Etiquetar se ha convertido en sinónimo de encasillar, crear expectativas y de no permitir crecer en libertad.

Es cierto que, sobre todo las etiquetas asignadas a las personas no están escritas en piedra, y  hay situaciones que se pueden modificar con el tiempo y trabajo, aunque no todas.

Pero yo no estoy de acuerdo con quién rechaza las etiquetas por principio. Yo las necesito para saber cómo lavar la ropa, para saber cuándo y cómo tengo que poner una especia (en frío, en caliente, diluida, una pizca, unas gotas, un puñado...). Ciertamente las personas no son ropa, ni platos para cocinar pero saber en qué punto estamos nos ayuda para conocer sus características y decidir qué orientación pedagógica podemos sugerir. El objetivo siempre es que las personas pasen “del cómo son” al “como pueden llegar a ser”, llegando a ser la mejor versión de ellos mismos. Como técnicos tenemos herramientas, pero si no conocemos el que tenemos entre manos, seremos muy poco específicos en nuestras intervenciones.

Hace unos años muchos niños se diagnosticaron como TDA y TDAH; ahora muchos niños presentan características compatibles con el espectro autista. Parecen oleadas. También ha aumentado mucho el número de niños y jóvenes de altas capacidades. Hay mucha más identificación y diagnóstico pero a veces parece que no es muy riguroso. Cuando hablamos de los niños de altas capacidades podemos afirmar que están infraidentificados porque se cree que hay alrededor de un 20% de la población, un 5% de superdotados y un 15% de talentos simples o compuestos. Algunos de ellos presentan doble excepcionalidad o tienen características compatibles con otras situaciones que invisibilizan las altas capacidades.

Cuando nos movemos en grandes categorías es difícil de separar las causas porque algunas características son compartidas por diferentes colectivos. Las dificultades de relación, de mantener la mirada, la rigidez, las desconexiones puntuales... pueden ser características compartidas por personas con espectro autista como con altas capacidades. La diferencia aparece cuando a través del trabajo continuado y consciente se revierte una actividad que se había convertido en una costumbre sin ninguna anomalía física de base. Por ejemplo, los niños y jóvenes de altas capacidades que presentan dificultades de relación con los iguales pero no con los adultos o con los más pequeños. Son selectivos, a veces mucho, y no están dispuestos de hacer el esfuerzo de conectar con los compañeros de su edad porque observan muchas diferencias entre ellos y sus compañeros: velocidad de aprendizaje, curiosidad, intereses...

Cuando algunos padres dicen que no quieren identificar sus hijos por no hacerles diferentes obvian la realidad: lo son. Quizás algunos conectan con una experiencia personal infantil-juvenil de soledad, de aislamiento, de hiperexigència por parte de los adultos, de rechazo de los compañeros... Pero no queremos dejarlos solos, les queremos acompañar para que puedan crecer y vivan su diferencia como una riqueza y no como una carga. Desde muy pequeños ellos se sienten diferentes, se reconocen distintos a los niños de su entorno. Primero piensan que todos son como ellos, pero poco a poco van constatando que los demás van más lentos, que tienen otros intereses, que no aprenden tan deprisa, ni tienen tanta memoria, que no hacen las mismas relaciones, que no ríen con los mismos chistes... Un niño de Primero de Primaria lo expresó de una manera muy clara: “Sílvia, yo soy una pieza de un puzle pero no del puzle de mi clase. Tendré que seguir buscando”. Una excelente metáfora para quien la sepa leer. Qué creéis que les ayudará más a estos niños... ¿saber por qué son diferentes o no saberlo?

lunes, 5 de mayo de 2025

Lunes 5 de mayo La Responsabilidad del día a día en las altas capacidades

 

Llega un momento en el que ya no hace falta que la madre o el padre prepare cada día la mochila para ir a la escuela el día siguiente. En algunos casos se convierte en un hábito cómodo para la madre, pero sólo le comunica al niño que no es capaz para prepararse la bolsa, asear la habitación, hacerse la cama, prepararse el almuerzo u ocuparse de la bolsa de deporte... Si creemos que ha llegado el momento que tome la responsabilidad hay que hablar con el hijo o la hija, y empezar a hacerlo juntos para que vea cómo hacerlo. Poco a poco, irá participando en la acción; y en un tiempo podrá hacerlo solo/a, necesitando únicamente nuestra supervisión. A algunos niños ya les va bien que lo hagan los adultos; y además, si hay cualquier problema siempre tienen algún culpable a mano. Otros están muy contentos de empezar este proceso que indica que se van haciendo mayores y que van quemando etapas. Los hay que quieren crecer y coger responsabilidades, pero otros pretenden tirar el ancla...

Hay que poner la lupa para mirar atentamente a cada niño, y saber cuál es su situación para poderle ayudar y acompañar en el proceso de hacerse mayor. Tenemos que saber explicarle para que vea las ventajas reales. Podemos trabajar desde sus responsabilidades escolares y exportarlo a las tareas del hogar que repartimos entre todos y todas, y que van cambiando con la edad.

Para algunos niños el hecho de hacerse mayores, tener responsabilidades, tener que hacer y responsabilizarse de cosas tiene un impacto negativo. Pero sabemos que no todo es “negativo”. Por ejemplo, podemos cambiar la hora de ir a dormir según las edades. Cuando entre dos hermanos hay dos o tres años de diferencia, pueden quedar separados por quince minutos en la hora de ir a dormir. Este tiempo puede ser significativo para que el mayor se sienta mayor, y el pequeño sepa que cuando crezca también tendrá estos privilegios que da la edad y la responsabilidad adquirida. Crecer tiene “pros y contras”, pero los “pros” siempre ganan.

Poner la lupa en aquellas cosas que podrían mejorar la convivencia familiar si estuviesen automatizadas, merecen que los adultos las pensemos. A los hijos, les tenemos que escuchar siempre, tienen opinión desde el minuto cero, pero debemos recordar que no tienen criterio y que no siempre tienen visión de conjunto. Podemos pactar qué haremos... los adultos somos nosotros. Somos los que marcamos las reglas del juego después de escucharlos. La responsabilidad primera siempre es la de los adultos.

viernes, 2 de mayo de 2025

Viernes 2 de mayo El tiempo de patio para los alumnos de altas capacidades en Primaria

 

El tema del uso del tiempo de patio suele preocupar a las maestras de Infantil y Primaria cuando tienen alumnos de altas capacidades. Les observan y no les gusta que estén solos o que hagan cosas “poco habituales” en el tiempo de patio. Nuevamente tenemos que hablar de una gran diversidad en niños y jóvenes al encarar el tiempo de patio. La vivencia del patio depende de muchos factores y hoy os presento unos cuántos ejemplos:


A Ramón le gusta mucho el fútbol y es muy bueno marcando goles. Para él el tiempo del patio es un tiempo deseado. Los dos días sin pelota también sabe jugar a otros juegos y los disfruta. Siempre vuelve a clase sudado, pero contento.

A Marcos le gusta ir a su aire. Nunca le ha gustado el fútbol, pero ahora ya sabe que si quieres ser alguien a clase tienes que jugar a fútbol. Hay mucha diferencia con sus compañeros y él no tiene ninguna práctica con la pelota. Corre por la pista con ellos. Funciona en paralelo, hace de público, de marcador y de árbitro en la sombra. Está allí, querría, pero aunque no interacciona con los compañeros está bien, no lo necesita. Vuelve contento a clase cuando se acaba el patio.

A Lucas no le gusta el fútbol. Cuando sale al patio le gusta ir a las jardineras del patio a buscar insectos. Le encantan los bichos bola. También disfruta con Felipe jugando a juegos en los que son exploradores o astronautas... todo con mucha imaginación, a veces se añaden otros compañeros pero habitualmente están ambos solos, no necesitan nadie más.

Laura sale al patio con un libro. Busca un rincón escondido para leer. Si la ve la maestra le dice que tiene que jugar con los compañeros, que el patio es un tiempo para jugar pero ella prefiere leer.

Mónica, a pesar de que cursa Primero de Primaria disfruta compartiendo el rato de patio con las niñas de Sexto. La maestra quiere que juegue con sus compañeras y ella tiene un sentimiento ambivalente está bien con las mayores y siente que traiciona a sus compañeras de Primero, pero con ellas se aburre mucho.

Andrés cuando sale al patio se va lo más lejos posible, necesita un tiempo solo. Después juega con los compañeros un rato, pero antes necesita su tiempo solo... silencio, paz...

A Alba no le gusta nada el patio, preferiría seguir aprendiendo cosas. No necesita descansar, necesita aprender. No quiere parar... prefiere arreglar la clase, preparar las cosas para la clase siguiente...


Siete maneras diferentes de vivir el patio. Escucharles, saber qué necesitan es el primer paso; acompañarles para que sean lo más completos posible, es el segundo. El patio es tiempo de relación, juego, descanso.... Una cosa es como lo viven hoy, y otra, como lo pueden llegar a vivir. Empezamos escuchando y reflexionamos juntos sobre los usos del tiempo de patio.